ᴘᴇᴅɪᴅᴏ
Tres años de relación no era poco ni algo que pasar por alto, menos cuando una de las partes tenía una atareada vida. Conciertos, largas prácticas, grabaciones, reuniones y más. No era fácil tener una relación así de larga cuando muchos factores jugaban en contra.
Supieron conllevarlo y cuando se dieron cuenta de que tenían a su lado a la persona indicada, no dudaron en dar el siguiente paso. Conocer a los padres del otro, lo que en la cultura coreana significaba: "me quiero casar con esta persona".
Y así como se pensó, se hizo. Hoseok le pidió matrimonio a la preciosa Saeron y en cuanto obtuvo una respuesta positiva, le prometió que el matrimonio se llevaría a cabo una vez él volviera de la larga gira que tenía programada hace algunos meses.
–Te veré en cinco meses, amor. –Dijo Hoseok, abrazando a su prometida, quien se aferraba al delgado torso del susodicho. –¿Qué pasa, bonita?
–Tengo un mal presentimiento, Hobi. –Susurró ella, no queriendo soltar al pelinegro.
–Todo estará bien, mi amor, te lo prometo. –Respondió él, acariciando la cabecita de su chica. –Te llamaré en cuanto llegue al hotel y así con cada ciudad. Verás que estaré aquí antes de que te des cuenta.
–Te amo mucho, ¿lo sabes? –Jung asintió con una sonrisa en sus labios. –Llámame si pasa algo.
–Lo haré, Sae. –Dejó un besito en los labios de Saeron y se separó un poco. –Y yo te amo mucho más, mi vida, de verdad lo hago.
–Nos vemos en cinco meses, Hope. –Susurró la castaña, viendo como su prometido salía por la puerta de aquel departamento.
Los días pasaron lentamente al no tenerse al lado, las videollamadas duraban, al menos, una hora y media, donde se contaban lo que habían hecho en el día y como habían estado.
Saeron había aprendido a ocultar aquellos constantes malestares para no preocupar al chico que viajaba de ciudad en ciudad. Vómitos, náuseas, mareos, dormía y comía más de lo habitual, su período no había llegado en la fecha prevista y tampoco en las siguientes dos semanas por lo que, algo asustada, compró una prueba de embarazo.
No estaba asustada por la reacción de su novio o algo por el estilo, ya habían hablado al respecto, pero aquel presentimiento que tenía desde hace un tiempo solo crecía más con el paso de los días y era eso lo que la tenía algo temerosa.
–Positivo...Estoy embarazada. –Susurró, viendo aquella prueba, miró a su hermana y las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas sin esfuerzo alguno. Sus sentimientos no eran claros, estaba feliz, asustada, preocupada, confundida.
No sabía si decirle a Hoseok o esperar por su llegada, ya solo faltaban 3 meses para que volviera.
–¿Le dirás? –Preguntó Hyerin, acariciando el corto cabello de su hermanita.
–Siento que algo le va a pasar cuando vuelva, Hye, estoy asustada y algo preocupada. –Evadió la pregunta de su mayor, expresando todo su temor. Su labio inferior comenzó a temblar y ahora las lágrimas eran por otra razón. –¿Qué haría yo sin él?
–Oye, oye, no te adelantes a los hechos. Nadie sabe si algo pasará o no, pero por el momento no te preocupes, solo cuídate, ahora no eres solo tú. –Dijo la pelinegra, tratando de calmar a su hermana.
Esos tres meses faltantes pasaron más rápido de lo esperado y aquel día que todos esperaban, llegó. El día donde aquellos siete chicos llegaban a Corea luego de su gira mundial.
Saeron esperaba ansiosa en aquel departamento, el canal de noticias sonaba de fondo y los nervios comenzaban a correr en el cuerpo de la castaña.