Un embarazo a temprana edad no es algo que muchas chicas esperan o planean, pero muchas veces sucede. Y en muchas ocasiones, muchas terminan siendo madres solteras o, por el contrario, padres solteros, pocas veces se cuenta con el apoyo de los padres por lo que solo era el bebé y su madre o padre.
Saeron nunca creyó que ella resultaría embarazada a meses de cumplir los 19, pero ahora que lo estaba, no sabía que hacer o como decirle a sus padres y novio.
Un día, luego de clases, ella y su novio caminaban rumbo a una cafetería. La castaña estaba decidida a decirle a Seojoon de su embarazo.
Una vez estaban sentados uno frente al otro en completo silencio, Saeron soltó la noticia con nervios.
–Estoy embarazada.
–¿Qué tú qué?
–Estoy embarazada Seojoon, tú y yo seremos padres.
–Olvídalo, yo no quiero ni estoy listo para ser papá. Terminamos.
Uh.
Dolió, pero la chica no moriría por terminar aquella relación que con el tiempo se transformó en una rutina. Era preferible eso a que él se quedara donde ya no existía ni un gramo de amor.
Seguían sus padres y era a ellos a quienes temía perder. Se quedaría sola si ellos no la apoyaban en aquel inesperado proceso.
Volvió a casa con lentitud, rogando porque sus padres estuvieran en casa para terminar con aquella tortura interna lo más rápido posible.
En cuanto cruzó la puerta, la calidez hogareña la abrazó, haciéndola sonreír con algo de pesar. Caminó a la cocina, encontrando a sus padres mirándose con aquel característico amor en sus ojos. Tenía miedo, mucho.
–Mamá, papá –Saludó en un susurro. –Tengo que decirles algo.
–¿Qué ocurre, mi niña? –Preguntó el hombre con cariño.
–Estoy embarazada, Seojoon no se hará cargo, hoy terminó conmigo –Dijo directamente, bajando la cabeza. –Lo siento.
El silencio reinó durante eternos minutos, la pareja se miraba sorprendida, pero sentían la necesidad de cuidar a su hija y al bebé que llegaría pronto.
–Está bien, Saeron-ssi, todo está bien –Susurró la mujer, rodeando la isla de la cocina para llegar a su hija y rodear su cuerpo en un reconfortante abrazo. –Era algo que podía pasar, sé que tú tampoco lo esperabas, no tienes culpa de nada, te vamos a apoyar.
Pronto, el hombre se unió al abrazo haciendo que la menor de los tres rompiera en llanto. Se sentía aliviada.
El tiempo pasó, Saeron tenía miedo de muchas cosas, veces solo quería rendirse e interrumpir el embarazo, pero no se sentía capaz de hacerlo, además, cada vez se enamoraba un poquito más del porotito que crecía lentamente en su vientre. Estaba asustada de no hacerlo bien, de no ser lo suficientemente fuerte para cuidar de ella y de su bebé.
Tiempo después.
Pronto llegaron los seis meses de embarazo y la revelación del sexo del bebé era lo que más ansiosa tenía a la futura mamá, no le era tan importante su sexo, solo quería que su bebé estuviera saludable, pero si debía decir algo, ella quería una niña.
Estaba en el consultorio junto a sus padres, quienes mordían sus uñas demostrando su ansiedad. Los hicieron pasar y el doctor comenzó el procedimiento.
Como era de costumbre, escucharon los latidos del corazón del bebé, hubo algunas lágrimas y finalmente, el doctor reveló el sexo.
–Bien, ya sé qué es.