Bendita inspiración, nunca llega en el momento que quiero, pero cuando llega, el momento nunca me hace abandonarla, lo considero el tiempo perfecto, es ese momento cuando crees que quieres callar las malditas bocas bulliciosas, pero se siente tan familiar escuchar los problemas, se sienten como los protagonistas de sus propios desastres, acompaña eso con un momento donde solamente suena el piano y contempla la belleza del caos, es como ver un cielo nocturno a través de las ventanas en una noche lluviosa que se ilumina con las carecientes estrellas que hoy en día están muertas, pero su luz llega a nuestros ojos, un hermoso vestigio de la antigüedad que ahora contemplamos como algo hermoso, tan caótico como bello, llueven golpes, insultos, la sangre y los cuerpos desvaneciéndose en el piso, es un espectáculo digno de admirar con la pureza de la mirada de un niño mirando con atención a su madre, cuando los cuerpos agonizan empiezan a exhalar veintiun gramos, la total inactividad y por fin la aclaración de la diferencia entre no hacer nada y quedarse quieto, pasar de ser un humano a una piedra, quién diría que sería algo tan simple como caótico, la cámara lenta hace ver mejor cómo todos esos elementos conforman un cuadro.