El concepto de la oscuridad está muy manchado, se le suele comparar con la desgracia, con la soledad, con la tristeza y melancolía, con el miedo y con perder las esperanzas y fuerzas.
Pero la oscuridad también puede ser la salvación, en las horas de excesiva luz solar, en los lugares donde el sol irradia mucho calor, la oscuridad misma es la forma de sobrevivir de aquellos seres que no pueden soportar el estar expuestos al sol abrazador.
Su elegante manto frío compensa y reconforta a todos los seres que buscan ocultarse del calor para seguir vivos.
La oscuridad también forma parte de nuestras vidas, cuando por el día estamos activos, en la noche recargamos la energía y nuestro cuerpo se regocija en la oscuridad que necesita sentir para decir que todo estará bien.
Y piénsalo mejor antes de decir que le temes a la oscuridad, cuando juntas los párpados para dormir, dime, ¿No se oscurece todo? Si no se oscureciera nada, ¿Preferirías ver antes de dormir luces resplandecientes?
Así como dormimos tan placenteramente, en nuestros sueños nos seguirá ese sentimiento de necesidad del frío manto oscuro que nos cubra del exceso de luz.
Para mí la oscuridad es la forma más bella de energía, no es el restante, tampoco es el exceso, es la armonía que precisa todo ser en su vida.
Nunca antes me pregunté quién la creó, pero estoy seguro que el que se sintió mejor, fue el que la regaló, sintió que ese aliento frío de placer también era necesario para vivir.