Leila te llamas, últimamente no sé qué tengo con tu nombre, solamente pienso cómo te ves, tan dañada y con heridas tan profundas, ni la tan salada sal curará por completo tus lesiones, ni el agua más helada curará las heridas que en tu piel se notan momentáneas.
Déjame curarte, yo también necesito tranquilizarme a pesar de que no lo sepas, es muy complicado no decirte cuánto me costó de mi mente quitarte y no pensarte, es muy terrible extrañarte, mi ser colapsa porque solamente necesita curarse con un beso tuyo.
Sin más remedio, solamente quiero sanarte, no me importa si tu destino es solo dejarme, solamente quiero que un recuerdo me dejes, quiero comer tus cicatrices y tus costras.
Haré que tus heridas profundas desaparezcan, nunca quise llegar tarde y de ti me olvidaré cuando decidas partir, solamente te recordaré por las plumas que tus alas dejarán caer.
Leila, mi ángel serás y por la noche tú cuidarás en mi mente mis sueños que no se pueden apartar de tu mirar hacia el horizonte tan bello.
Si te intentaras ahogar en el salado mar muerto, tu ayuda yo sería, pero como tal, también quiero irme contigo, no te dejaré ir, toquemos el fondo del mar juntos, tomaré tu mano y así tu salvación seré después de tu desesperación por la asfixia.