La verdadera cara.

22 6 7
                                    

Hablé con Bruno hasta pasada la madrugada, eran alrededor de las 3 cuando llegue a la habitación, Juli ya estaba dormida, me acosté dando vueltas en la cama ya que no podía dormir, no le dije sobre el diario o la sala que encontré en la biblioteca a Bruno, él quedó en avisarme cualquier eventualidad.

Obviamente lejos de todos, aún no confiaba mucho, por muy raro que sonará sentía que me vigilaban, tal vez solo era paranoia, pero cuando me he equivocado.

Los rayos del sol empezaron a filtrarse por la ventana, mire el reloj de mi teléfono ya eran las 6:00 AM, me levanté y me dirigí al baño no tendría clase hasta las 8:00 pero quería darme una vuelta por la biblioteca.

Salí del baño envuelta en una toalla y empecé a vestirme con el uniforme, deslicé un par de mis medias estás eran en un color negro, de rejillas para ser exactos, luego de terminar de arreglarme salí de la habitación, Juli todavía seguía dormida cuando sali.

Me dirigí al comedor por un pastelito y dos tazas de café, no era muy amante de este, pero necesitaba algo que me mantuviera despierta.

No me vi en el espejo antes de salir pero de seguro tenía unas tremendas ojeras, llegué al comedor y luego de retirar lo que pedí caminé hasta la biblioteca.

Había una regla de nada de comida en esta, pero Rosa me dejaba quedarme no era la primera vez que venía acá a desayunar.

  –Buenos días Rosa–la saludé tendiendo el otro café.

Lo cogió y le dió un sorbo.

–Buenos días niña, veo que no dormiste bien.

Me encogí de hombros mientras tomaba asiento en una silla que estaba cerca de su puesto de trabajo, tomé un sorbo de mi café y comencé a comer.

–¿Cuál fue la razón por la que te desvelaste ?–pregunto luego de un rato en silencio.

–Cosas, ya sabes todo lo que está pasando con respecto a lo del nuevo invitado que está aquí, todo es confuso.

–Lo es, tengo unos años trabajando aquí pero todos sabemos lo que según pasó en ese granero y ahora resulta que todo es mentira y que no es esa jovencita Marcela la que fue asesinada, mi madre trabajaba aquí cuando paso todo, yo solo tenía 20 cuando paso, recuerdo que mi madre se deprimió quería mucho a esa jóven.

–¿La quería?.

–Si y mucho, ella era huérfana y veía a mi mamá como una madre lloro mucho por ella, pero por alguna razón luego de recibir una visita cambio su actitud.

–¿Cómo qué cambió a qué te refieres?– pregunté confundida.

–Pues, como te decía ella recibió una visita no se de quién, y después de eso volvió a ser la misma mujer sonriente y empezó a decir que estaba viva que él no pudo dañarla y que al fin era libre, pero luego volvió a caer en depresión no se el porque y tuve que internarla no había visto cambios, hasta que bueno le hable de ti– me miró con una sonrisa.

Moví mi café–Rosa, ¿aún me llevarás a conocer a tú madre?.

Ella sonrió –Claro cariño, eso la alegrará aún más pero tendrá que ser el fin de semana, ya que estaré muy ocupada y no podré visitarla si no hasta el fin de semana, si quieres te puedes quedar en mi casa y luego vamos a visitarla, ¿Te parece?.

Asentí mientras continuaba comiéndo.

Tal vez la Madre de Rosa me respondería algunas preguntas.

Rosa se fue a trabajar y yo me quedé un rato más leyendo un poco hasta que se hizo la hora de ir a mis clases, salí de la biblioteca luego de despedirme de Rosa y acordar que el viernes luego de todas las clases me iría con ella y el sábado en la mañana iríamos a ver a su madre.

Buscando una salida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora