Chicago

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Observo a todos lados, el avión está comenzando a descender, como me gustaría ir al lado de la ventana para poder ver Chicago desde el aire. Por lo que solo me queda esperar sentada mientras el avión desciende, solo espero que esto aterrice bien y que nada malo nos pase.

Retuerzo un poco mis dedos concentrándome en mi respiración mientras las ruedas del avión chocan contra el pavimento, luego de un par de metros este se detiene y acomoda para que podamos descender.

Me levanto del asiento, tomo mi maleta de mano y camino para bajarme del avión, quiero salir luego de aquí.

Mi estomago está apretado, me sudan un poco las manos y estoy demasiado ansiosa por llegar luego a mi nuevo hogar.

El día que Melanie me contó que su mayor sueño era hacer un instituto de ballet, no dudé en ofrecerle ayuda, jamás pensé que eso me traería a vivir tan lejos de la ciudad donde crecí. Pero no pude decirle que no a mi cuñada cuando me ofreció el trabajo y más aún cuando me dijo que podría vivir con ellos.

Camino por el aeropuerto buscando a mi hermano, él quedó de venir por mí, elevo la vista y lo veo a lo lejos.

Eric es alto, de cabello negro y muy parecido a mí, por lo que jamás podría confundirlo. Camino rápido para llegar a su lado, no me gusta estar tan rodeada de personas. El día que por fin pude salir de la clínica que por tantos meses me acogió, dudaba de todos a mi alrededor, yo nunca pude estar cómoda mientras me rodeaba de muchas personas.

Al principio me costó mucho estar en las clases de ballet, más cuando Melanie ya no era tan cercana a mí por culpa de Eric.

Aún recuerdo como si fuera ayer cuando ellos se separaron, estuvieron años sin verse, ni hablarse, pero ellos eran el uno para el otro, ellos estaban destinados a estar juntos.

—Al fin llegas, nani —Eric me abraza y yo a él, me concentro en su aroma familiar esperando que eso haga que las personas a mi alrededor desaparezcan.

Luego de salir de la clínica tuve que ir al psicólogo, Eric jamás lo supo, no quería contarle esas cosas y que él se preocupara. Aunque claramente él lo estaba pasando bien en Chicago, él había dejado de ir a casa y mis padres estaban cada día peor.

Por bastante tiempo lo culpé de la muerte de papá, pero cuando él comenzó a cambiar pude ver que no tenía la culpa de nada.

Él sufrió al igual que yo.

Luego de que mi padre falleciera tuve que volver a terapia sin que nadie se enterara, yo había vuelto a tener miedo de todo, yo había vuelto a tener conflicto con la comida, había vuelto a ser la Gabriela de años atrás, la que tanto quise dejar en el pasado.

La terapia me ayudó en casi todo, excepto en mi ansiedad a los grupos grandes, me cuesta un montón estar rodeada de tantas personas. Por eso el ballet es como una terapia para mí, gracias a que me concentro tanto en eso puedo soportar ver tantas personas en las presentaciones.

—Gracias por venir por mí —hablo despegándome de él. Eric fue el mejor hermano que pude tener en la vida, él me cuidó desde siempre y lo sigue haciendo—. ¿Dónde está Mel y Susi? —cuestiono.

—Quedaron en casa, ellas están terminando de ordenar tu habitación, vamos —Eric toma mi maleta y me guía hasta su auto, mientras caminamos las personas se giran a ver a Eric, él sigue siendo centro de atención donde sea que vaya, es muy conocido, sobre todo en Chicago, ya que él es jugador del equipo de fútbol americano de la ciudad, los Bears. Algunos fans se acercan y piden fotografías, por mi parte me quedo esperándolo mientras pellizco un poco mi brazo y me concentro en mi respiración. Saldría corriendo de aquí hasta el auto, pero no sé dónde está, por lo que solo me quedo en silencio mientras Eric termina de tomarse fotografías. Luego de un rato de autógrafos, fotos y halagos hacia Eric nos subimos al auto y él conduce en dirección a su hogar.

AbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora