Destino

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Me levanto rápido, abajo escucho como Mel vuelve a gritar mi nombre.

Corro al baño, me enjuago el rostro, tomo mi bolso y bajo corriendo.

—Llegaremos atrasadas —es lo único que dice Melanie.

—Perdón —digo disculpándome. Ella solo me hace un gesto para que nos vayamos luego.

Susi ya está en el auto esperándonos, hoy debe volver más temprano a casa ya que viene su profesor personal hacerle clases. Me subo al auto en silencio, no quiero ver a Mel a la cara. Anoche le grité bastante feo a mi hermano, cosa que él no se merece.

—¿Puedo saber que ocurre? —cuestiona Melanie, observa por el retrovisor a Susi, quién va con sus audífonos por lo que no nos puede oír.

—Nada, Mel —intento restarle importancia.

—No debería meterme en esto, pero somos familia. En un par de meses me casaré con Eric, y Susi pasará a ser su hija. Pero más que eso, somos amigas, Gaby —Mel sigue conduciendo sin distraerse mientras habla.

—Me siento fatal por haberle gritado, pero tú sabes cómo es, jamás me deja en paz, cree que aún soy una niña. Tengo derecho a vivir mi vida —respondo evitando mirarla, giro mi rostro para mirar por el vidrio del auto.

—Él se preocupa por ti, anoche estuvo muy mal, Gaby —Mel como siempre va apoyar a Eric.

—Lo sé, pero ya debe dejar de hacerlo tanto, yo puedo cuidarme sola —me molesta un poco que ambos se metan tanto en mi vida.

—Ayer no lo demostraste, tuve que ir por ti. ¿qué hubieses hecho si ese chico no te hubiese prestado para llamar? —cuestiona, esta vez se detiene en un semáforo en rojo y me observa.

—Hubiese encontrado como resolverlo —intento respirar calmada, pero Melanie no me deja de hacer preguntas.

—¿Tú sola? ¿en esta enorme ciudad? —acelera el auto cuando el semáforo ha vuelto a verde— Eric no se perdonaría si algo te pasara.

Ella termina de hablar y yo no respondo nada, no quiero hacerlo. No quiero gritarle a ella también. Melanie siempre ha sido un gran apoyo para mí. Pero ambos deben comprender que soy una mujer adulta.

Decido dejar la conversación hasta ahí.

Cuando llegamos al instituto bajo del auto en silencio, me siento como si mi madre me hubiese regañado a los trece años. Camino con el bolso en mi brazo, antes de entrar al instituto me pongo recta, debo ser profesional. Hoy llegan nuevas alumnas al instituto y yo debo recibirlas con amor y alegría, ellas deben sentirse cómodas. Muchas son de familias adineradas, pero también muchas son becadas por Mel. Pero más que todo, este es mi trabajo, con esto puedo mantenerme sin depender de Eric, que, para ser sincera, es lo que más deseo. Ser completamente independiente.

Respiro hondo entrando a la sala. Ahí ya hay un par de chicas con sus madres. Ellas sonríen ampliamente al vernos. Mel les da el discurso de bienvenida cuando todas llegan, yo sólo me quedo en silencio, todo lo que ha estado pasando me sigue dando vueltas.

A mi lado están el resto de profesoras y estudiantes mayores que son como ayudantes, todas nos dividimos en grupos a las alumnas, para que el trabajo no sea tan pesado.

—Gaby, tu grupo —habla Mel, yo elevo la vista e intento sonreír. Melanie me observa, por lo que respiro hondo y dejo toda mi vida personal fuera de esto.

Guio a mi grupo hasta mi sala, ahí podremos comenzar con las clases. Las niñas se ven muy entusiasmadas.

Las observo y es como si pudiera verme reflejada en ellas, con ese entusiasmo por aprender, me hubiese gustado estar así a su edad, ser tan feliz. Un nudo se instala en mi garganta por un momento.

AbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora