Terapia

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Los días en Chicago comenzaban a pasar, pero no mis crisis. Por lo que tuve que volver a ir a terapia. Busqué anuncios en internet para encontrar donde ir.

Esto es algo que debo hacer sola, no quiero que Melanie o Eric se preocupen por mí y se salgan del foco de concentración que es terminar el instituto lo mejor posible.

Camino con las manos en los bolsillos, me costó bastante hacer entender a Eric que no necesito un chofer personal para que me traslade en Chicago, sólo gracias a que Melanie intervino él pudo comprender que yo no lo necesitaba.

Elevo la vista pasando entre las personas, presiono mis manos en mis bolsillos mientras busco el edificio al que debo entrar.

Cuando por fin lo encuentro entro en él, me dirijo a una secretaria del lugar.

—Buenos días, soy Gabriela Irving, tengo una cita con la psicóloga —pronuncio calmadamente. Ella deja todo y eleva la vista, me inspecciona y sin que hable, sé lo que dirá.

—¿Eres su hermana? —cuestiona, yo hago como que no comprendo lo que habla— hermana de Eric Irving —pronuncia el nombre de mi hermano, yo presiono un poco los labios y asiento. Esto ya lleva varios años pasando, comenzó en Nueva York cuando Eric se hizo conocido, al principio no me molestaba, pero con el paso del tiempo ya no me gusta que me comparen tanto con él.

—¿Podría decirme a donde debo ir para no perder mi hora? —cuestiono cambiando el curso de la conversación, quiero ser yo en este momento, no la hermana de alguien más.

—Claro, piso tres —dice por fin, yo asiento y camino hasta la escalera. A mi espalda siento como otra secretaria se acerca y conversa algo con la señorita que me atendió.

Respiro hondo y subo la escalera, llego al piso tres y toco la puerta que tiene el nombre de la psicóloga en ella.

—Enseguida —grita alguien desde adentro, me quedo de pie esperando que abran la puerta— adelante —dice la psicóloga.

Yo entro en el cuarto, observo todas las paredes y los asientos, es un cuarto agradable, por lo que entro con más confianza. Ella apunta un sillón para que yo me siente, hago lo que dice. Pego mi vista al piso, luego respiro hondo y elevo la vista.

No puedo creer que luego de años, tenga que volver a tomar terapia.

—Bienvenida, Gabriela —ella se sienta frente a mí y me inspecciona con una sonrisa en el rostro, se ve bastante amable. Elevo mis manos y peino un poco mi cabello— ponte cómoda, no te preocupes que nada de lo que digas saldrá de aquí.

—Lo sé, ya he hecho esto antes —hablo, ella solo me inspecciona como buscando respuestas en mi rostro.

—Entonces sabes de que va esto, será más fácil así. Cuéntame, en que puedo ayudarte —ella toma una libreta y un lápiz dispuesta a anotar todo lo que yo le cuente.

Cierro los ojos y pellizco un poco mis dedos, todos los recuerdos de mi infancia vuelven, sé que debo contarle todo eso para que ella comprenda por qué estoy aquí. Sé que ella debe saber todo mi pasado.

—Puedes comenzar contándome de tu infancia —pronuncia cuando yo me quedo sin decir nada. Abro los ojos y asiento.

—Recuerdo muy poco de mis primeros años de vida, pero sí recuerdo cuánto sufrí. Mi mamá era bailarina de ballet, ella antes de tenerme a mí tuvo a mi hermano, Eric —pronuncio su nombre esperando a que ella reaccione, pero no lo hace, cosa que agradezco—. Cuando Eric tenía doce años y yo seis ella nos abandonó, simplemente se fue y nunca más la volvimos a ver —elevo la vista para ver a la psicóloga, ella anota todo en su libreta.

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