Sorpresa

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El tiempo en Chicago comenzaba a pasar cada vez más agradable. Pocas veces había vuelto a tener alguna crisis, y creo que eso se lo debo a Ian y sus amigos. Me siento parte de algo especial cuando estoy con ellos, como si perteneciera a un grupo único. Eso mantiene mi mente ocupada en otras cosas y supongo que por eso me he sentido mejor.

Ya han pasado cinco meses desde que llegué a esta enorme ciudad, y no puedo creer lo distinta que estoy a cuando llegué.

Elevo la vista observando el edificio, entro y subo por el ascensor hasta mi departamento.

A veces siento que estoy viviendo una doble vida, engañando a mi familia y al chico que ha comenzado a hacerme sentir especial. Pero ya no puedo simplemente decirle que todo lo que le conté sobre mí y mi vida es mentira.

Aunque siendo sincera, Ian solo desconoce mi verdadera identidad, más no como soy. Creo que realmente mi familia es la que desconoce como soy, no Ian. Él ha logrado conocerme realmente, desde el primer día que nos vimos, él comenzó a descifrarme, a buscarme y a querer estar conmigo aun viendo lo poco sociable que soy.

Ian poco a poco, y con el paso de los días, ha ido calando hondo en mí, a veces solo quiero estar con él, no en casa ni en el instituto. Si no que andar en skate a su lado, reírme con él y hacernos compañía mutuamente.

Saco la llave de mi bolso y abro mi departamento. Cada vez que entro aquí me siento feliz y realizada. Observo las paredes, todas decoradas. Observo la cocina con loza y el refrigerador con comida, aunque jamás nadie ha venido aquí más que yo. Mi cama está tal cual la dejé la última vez que me quedé aquí.

Ya llevo varios días a la semana quedándome aquí. Eric al principio me interrogó bastante, quería saber dónde estaba y con quién estaba. Por lo que tuve que mentirle, decirle que me quedaba en casa de alguna amiga, para que me deje en paz. Y con el paso de las semanas lo logré, Eric ya no consultaba donde me quedaba, creo que llegó a pensar que estaba saliendo con alguien.

Me quito los zapatos y me lanzo a la cama, observo el techo de mi departamento y sonrío. Jamás pensé lo feliz que me haría mi soledad, pero hoy puedo decir que me gusta estar sola, en mi departamento, en esta enorme ciudad.

Me vuelvo a poner de pie luego de unos minutos y comienzo a sacar las cosas que compré. Observo la ropa nueva que pasé a comprar de camino para acá. Es ropa ancha para andar en skate con Ian. Sigo hurgando en las bolsas y saco la comida que compré, la guardo en el refrigerador y camino comiendo un dulce.

Me estiro de camino, hoy tuve una clase agotadora. De pronto escucho que tocan el timbre de mi departamento, camino abrir.

Un chico me observa de pie en el pasillo, trae una caja en sus manos.

—¿Señorita Gabriela Irving? —cuestiona, yo asiento— su pedido —estira la caja, yo la tomo, es algo pesada. Él estira una hoja donde debo firmar, dejo la caja en el piso, firmo y le entrego la hoja. Él se queda observándome.

—¿Ocurre algo? —cuestiono.

—Usted es... —entrecierra un poco los ojos— ¿es hermana de él? —pregunta, no puedo creer como la gente sigue haciendo esas consultas, aunque ya no me molestan tanto. Llevaba varias semanas sin que me preguntaran si era hermana de Eric. Pero en este departamento no lo soy, aquí soy Aby, no Gabriela.

—¿De quién? —pregunto solo para que no note que realmente si lo soy.

—Eric Irving —por su forma de hablar, él realmente espera que le diga que sí, quizás quiere algún autógrafo de mi hermano o que le consiga su indumentaria del equipo.

—Ni si quiera sé quién es —respondo sonando calmada.

—Es imposible, todo el mundo lo conoce —él abre más los ojos y me observa. Yo niego— el jugador de los Bears —dice como esperando que yo reaccione.

AbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora