Meses

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Salgo del departamento, dejo mi skate en el suelo y comienzo andar en dirección al trabajo. No puedo creer que ya hayan pasado cinco meses desde que obtuve el empleo. Y aunque no es mucho dinero, me alcanza para pagar el arriendo y las clases de Andy.

Hace un par de semanas volví a patinar, ya no quería seguir gastando dinero en locomoción y patinar me hace feliz, aun cuando ahora lo deba hacer solo.

Abro un poco los brazos mientras voy en una calle que desciende, siento como el viento golpea mi cuerpo e inevitablemente mis recuerdos pasan por ella. Dejo que mi mente la piense, llevo cinco meses pensándola, y aún duele como el primer día.

Veinte minutos más tarde llego al local. Entro y saludo a mis compañeros.

—Fiesta en casa de Em hoy en la noche —comenta Jacob, mi compañero que recibe el dinero durante el día. Paso mi vista por la castaña que ordena las mesas, ella me ha recibido muy bien estos meses en el empleo, ella me ha enseñado todo lo que necesito saber para conservar el trabajo— ¿irás? —me observa Jacob.

—Supongo que sí —hablo quitando mi vista de Emma.

—¿Cómo que supones? Es que tú no sabes lo que son esas fiestas —él mueve sus manos delante de su cuerpo— alcohol, sexo, drogas, mujeres y todo lo que te imagines —enumera demasiado emocionado.

Lo observo, es como un niño pequeño con una enorme cantidad de azúcar al frente.

—Entonces, no me lo perderé —él asiente.

—Lo pasaremos genial —pasa una mano por mi hombro. Yo asiento, luego paso por su lado.

Llevo meses sin salir, ni si quiera con mis amigos, pero siento que ya es tiempo que comience a hacerlo. Necesito volver a vivir, si no, jamás lograré salir del pozo donde estoy sumido.

Llego hasta el baño, me cambio la camisa por la polera del local y salgo. Afuera me encuentro con Emma, ella me observa y sonríe.

—Al parecer Jake ya te contó —comenta— pero te quería invitar a mi fiesta hoy en la noche —ella sube sus manos y las pasa por su cabello.

—¿Por qué darás una fiesta? —pregunto.

—Es mi cumpleaños —responde girando un poco el rostro.

—No lo sabía Em —camino y la abrazo— felicidades —ella rodea sus brazos por mi cuerpo y luego eleva la vista, noto lo cerca que estamos y me aparto un poco.

—Espero que vayas.

—No me lo perdería —paso mi mano por mi cabeza y la rasco un poco.

—Puedes invitar a tus amigos si quieres —habla mientras gira su cabeza, veo como Deli la llama de la oficina.

—Lo haré —respondo cuando ella camina hasta perderse en la puerta de la oficina de Deli.

Camino y comienzo a trabajar, son las nueve y treinta de la mañana. Estoy de espalda a la puerta ordenando unas cosas de la máquina de hacer café, me giro cuando siento la campanita que avisa que clientes han entrado al local para ir atenderlos.

Pero me quedo helado cuando escucho esa voz, parpadeo un poco, atónito. Siento como mi piel se eriza y mi respiración comienza a alterarse.

Elevo mi vista y mis ojos impactan con esos ojos, esos que conozco tan bien. Siento como la respiración me falta e incluso me mareo un poco. Mis ojos se ponen llorosos de solo verla y mis manos tiritan.

Aby está aquí.

—¿Qué hacemos aquí, Mel? —cuestiona ella mirando a su cuñada, Melanie pasa la vista por las medias lunas del local.

AbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora