Momentos

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Mini maratón 3/3

Me giro en mi cama, no puedo dejar de pensar en Ian y en todo lo que pasó esa noche. Él fue muy lindo conmigo, él solo me abrazó y contuvo, sin hacer preguntas, sin obligarme a contarle algo que no quería.

Vuelvo a girarme en la cama, no puedo dormir, por lo que me levanto y salgo de mi habitación. Bajo despacio la escalera para no despertar a nadie, aunque en esta enorme casa, dudo mucho que alguien note que estoy bajando la escalera.

Me asombro un poco cuando noto una luz encendida en la cocina. Camino y veo a Eric, él está viendo unos papeles, sube su mano y la pasa por su cabello, luego los deja de lado y suspira.

Entro en la cocina, él eleva la vista y me observa.

—Nani —dice mirándome, sus ojos recorren mi rostro. Llevaba varios días sin verlo, y aunque vivimos en la misma casa, él siempre está muy ocupado y yo, bueno yo últimamente he estado más con Ian.

—Hola, hermano —me siento a su lado y observo los papeles— ¿necesitas ayuda? —pregunto.

—Son solo cosas de la boda —se encoge de hombros.

—¿Por qué no contratas a alguien para que haga esas cosas? —lo observo, él mira los papeles y luego a mí.

—Porque quiero hacerlo yo, es algo muy importante, y no puedo creer que solo falte un par de días para que por fin pueda casarme con Melanie. Y aunque ya llevemos una vida matrimonial, espero con ansias poder tomarla de la mano y saber que es mi esposa —Eric habla con tanto amor, y es que él jamás se había enamorado de nadie como lo hizo de Melanie, ella sin querer, se ganó el corazón frio de Eric.

—Aún recuerdo cuando estaba en la clínica y mentías diciendo que no te gustaba —me burlo de él. Esos días se ven lejanos, y es que han pasado años desde que ellos dos se encontraron en Nueva York.

—Creo que, aunque se notaba de lejos que me gustaba, no quería convencerme. Me daba miedo —se sincera conmigo— ella era tan hermosa, tan especial y única, y yo, yo solo era una persona que pasaba por su vida —él me observa nuevamente.

—Tu siempre fuiste fenomenal —lo contradigo— a pesar de todo, de nuestro pasado, tú siempre ayudaste a los demás, tú siempre supiste que hacer con tu vida.

—Lo dices porque eres mi hermana —se ríe un poco.

—Lo digo porque te conozco, Eric, y porque sin ti, yo no sería nada —un nudo se instala en mi garganta. Recordar cómo le miento a Eric y a Ian me está matando lentamente, es algo que no sale de mi cabeza, pero, sin embargo, lo sigo haciendo. Es como si ya no pudiera detenerme.

—¿Qué pasa? —cuestiona, aún con el paso de los años él reconoce en mí cuando algo me está pasando.

—Nada —miento— solo recordé cosas —me levanto de la silla para tomar un vaso con agua, él me observa, pero luego sigue en lo que estaba.

—Sabes que puedes contar conmigo siempre, soy tu hermano, siempre te apoyaré —habla mientras pasa unas hojas.

—Lo sé —camino donde él y le doy un abrazo por la espalda—. Ahora dime, cuantos días faltan exactamente —pregunto, creo que me he dejado estar con el tema de la boda de Eric.

—Quince —responde él.

—¿Qué? —¿Cómo que quince días?

—¿Me puedes decir por qué últimamente estás tan desaparecida? —él vuelve a elevar la vista, yo me siento a su lado nuevamente— y, además, ¿Cómo no vas a saber que en quince días me caso, Gabriela? —él suena un poco enfadado, la verdad es que yo también lo estaría, Eric ha esperado con tantas ansias este día.

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