Capítulo 7

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{...} Nero se acercó a San y {...} colocó con delicadeza sus dedos en el mentón del menor y comenzó a moverlo suavemente en diferentes ángulos. Era como si en verdad estuviese analizando meticulosamente alguna especie de objeto o mercadería. Nero entonces notó la inocultable marca de los dedos de aquel hombre en el cuello.

{...}

–Señor... ¿le molestaría acompañarme a mi oficina? Me gustaría hablare de algo...–

{...}

Nero sonrió <<amablemente>> y el hombre tragó saliva... y no dijo nada, solo hizo un ademán para dar a entender que seguía a Nero, quien sonrió victorioso y asintió tomando la delantera en lo que miraba al guardia y le dio unas últimas órdenes.

–Procura que San pueda llegar bien a las duchas y cuando esté en la cama, puedes irte a casa también {...}–.

El guardia asintió e hizo una reverencia a Nero felicitándolo por su duro trabajo y agradeciendo, a lo que el aludido simplemente asintió y se marchó con el hombre detrás siguiéndolo de cerca.

–San... ¿estás bien? –

{...}

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–San... ¿Estás bien? –

Preguntó el guardia y de inmediato se acercó al pelinegro que ya estaba terminando de vestirse...

–Yo... sí. No te preocupes–.

San intentó sonreír y ponerse de pie, pero su cuerpo le falló y el guardia quien estaba a su lado lo ayudó a estabilizarse.

–No. No lo estás...–

–Yo... lo siento, al parecer si necesitaré ayuda, el idiota no tuvo ni una pizca de compasión, imbécil...–

Se quejó San, a lo que el guardia asintió y se ofreció a ayudar al pelinegro para hacerle de soporte. San sonrió al guardia y comenzaron a caminar lentamente. La borrachera de San ya había bajado prácticamente a la fuerza cuando se sintió a punto de morir con aquella sensación de asfixia. No era la primera vez que lo veía, pero sí era la primera vez que el hombre se había comportado de esa manera, que había dejado al descubierto aquel fetiche. Sí, conocía aquello de la asfixia erótica o como sea que se llame aquel fetiche, pero él creía que eso debía de ser en verdad consensuado antes de hacerlo y quien lo hiciera debería de saber muy bien lo que hacía, o de lo contrario terminaría en desgracia, como pudo haber terminado su situación. El tipo, en verdad lo llevó a su límite, pero le sorprendió que supiera el momento justo que debía dejar de apretar, a pesar de que estuviera realmente sumido en su propia nube de placer. De todas maneras, la experiencia para nada le había gustado a San. Y por más que se lo pidiesen, por más que perdiera un cliente o Nero o GaIn lo castigaran, él definitivamente diría que no.

El guardia finalmente logró llevar a San a las duchas y este último cuando se separó del hombre adulto joven palmeó su trasero y lo pellizcó captando la atención del guardia.

–Lo siento, no pude controlarme. De todas maneras, gracias por llegar a tiempo MinGyu-ssi. Me salvaste, en verdad lo hiciste... tal vez como agradecimiento podría hacerte un descuento del cincuenta por ciento, solo por ser tú, por una única vez...–

Habló San sonriendo de lado, aun no soltando el trasero del guardia, quien se quitó la mano suavemente y habló.

–Por favor, ingresa a las duchas San. La experiencia de hoy te ha dejado algo alterado...–

Flores NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora