Capítulo 4

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Tanto JinYoung como YongSun parecían en verdad unos zombis vivientes. Ya habían pasado dos semanas y medias desde el trágico evento y desde ese día ya ninguno de los dos había logrado pegar un ojo durante toda una noche completa. Si no era JinYoung, era YongSun quien despertaba a mitad de la noche a causa de una horrible pesadilla, o simplemente por un sueño con su niño que la hacía despertar y comenzar a sollozar de inmediato. Ella trataba de ser silenciosa, pero en el silencio absoluto de la casa sus sollozos se sentían por toda esta. JinYoung quien ya había comenzado a acostumbrarse a tener un sueño liviano, le era imposible no escuchar a su esposa sollozar por su niño y entonces él la abrazaba e intentaba decirle palabras bonitas para reconfortarla y darle ánimos y esperanza. Pues desde el día del incidente en la comisaría a JinYoung le habían recetado algunos medicamentos para mantenerlo más calmado y tranquilo, y su esposa no era la excepción, ambos estaban medicados, pero JinYoung tenía la dosis un poco más alta.

WheeIn había terminado por mudarse con ellos temporalmente, aunque aquel temporalmente se había vuelto un permanentemente. Ella por supuesto que también estaba completamente agotada y a veces en verdad deseaba regresar a su casa para obtener un poco de paz y tranquilidad. Pero la culpa, y la preocupación por sus jefes y su amiga la carcomían a tal punto que de todas maneras no podía descansar bien, por lo que lo habló con ambos y YongSun fue quien terminó de dar el visto bueno a su propuesta. WheeIn en verdad que los estaba ayudando muchísimo a sobrellevar todo aquel asunto, pero la manera en que la estaban consumiendo no era sana, pero ella seguía al pie del cañón como buena persona que era.

YongSun prácticamente ya era una <<visitante>> recurrente en aquella comisaría dónde iba a preguntar si había alguna novedad o no sobre el posible paradero de su hijo. Sin embargo, la policía se negaba a brindarle aquella información, pero siempre como si fuera que tuviese alguna especie de radar o algo aparecía la oficial Moon y cuando la veía, sus ojos se llenaban de compasión y con solo un cruce de miradas YongSun ya sabía que no habían avanzado en nada...

A veces la pelinegra solo se largaba a llorar inmediatamente cuando no obtenía una respuesta, otras veces comenzaba a armar un escándalo tratándolos de incompetentes o algo por el estilo. Más no se la habían llevado a las celdas, porque ya la conocían y sabía lo dolorida que estaba. Pero un día la oficial Moon no estaría allí para defenderla o tranquilizarla y ella seguramente terminaría detrás de una celda.

Le habían advertido a WheeIn y a JinYoung que cuidaran de la mujer que no la dejaran venir tan seguido, pero los otros dos solo respondían apenados que prácticamente se les había escapado.

La situación parecía en verdad irrisoria, ridícula, pero la verdad es que era demasiado doloroso ver lo destrozada que esa mujer estaba por su hijo.

La oficial Moon a veces cuando aquellos escándalos sucedían solía quedarse horas extras en su oficina. Ella miraba, analizaba y reanalizaba las pruebas y las denuncias que tenían acumuladas viendo si podían encontrar un patrón o algo que les diera una pista que pudieran hilar y averiguar si los secuestros de niños eran obra de una misma organización o de diferentes. Sin embargo, por más que reanalizaba todo más de una vez hasta que su cabeza se sentía humear no conseguía nada y entonces justo en esos momentos uno de sus cadetes se aparecía por su oficina entregándole un café.

–Oficial Moon... debería de tomarse un descanso. Forzarse a leer y releer todo una y otra vez no le ayudará en nada, al contrario, solo la bloqueará peor...–

–Lo sé, Song, pero aun así no me puedo permitir quedarme de brazos cruzados, debe de haber algo, un detalle, algo que nos indique hacia dónde dirigir esta investigación. La señora Park tiene razón, somos unos incompetentes, soy... una incompetente–.

Flores NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora