Capítulo 37

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Natalia.

Respiré profundo antes de salir de la habitación para enfrentarme a Gotti.

Es la primera vez que salgo sóla de la habitación porque las veces anteriores he sido obligada.

Caminé por el pasillo y después bajé las escaleras pero no había nadie, todo estaba en silencio hasta que escuché una pequeña risa.
Caminé hacia el lugar de donde provenía y era una habitación que no había visto.

La puerta estaba cerrada así que me puse de puntitas para ver a través del pequeño agujero.

Habían hombres sentados y entre ellos estaban Gotti y Luigui pero lo que llamó mi atención fué al tipo que tenían en medio.

—¿Seguro que puedes controlarlo? —Preguntó Gotti al hombre de en medio.

—Si, pronto tendrás información de ellos, te lo aseguro —Dijo el hombre con nervios.

—Tu hija se está tardando demasiado, no voy a esperarla por mucho tiempo.

—Hace lo que puede, entiéndanla.

—Tiene una semana más, de lo contrario, ve pensando en qué banca del parque dormirán.

Luigui estaba callado mirando hacia enfrente.

—¿Sucede algo? —Le preguntó Gotti.

—Quiero llevar a Natalia al parque.

—Grecia —Lo corrigió Gotti.

—Ah sí, ella.

—Eso lo hablaremos en privado.

Dejé de asomarme porque las puntas de mis pies ya me dolían y parecía que la reunión estaba por terminar.

Subí de inmediato a la habitación mientras pensaba en lo que acababa de escuchar.

¿De qué hablaban?

En cuanto entré a la habitación, me recargué en la puerta una vez cerrada y traté de controlar mi respiración.

Tal vez me conviene llevarme bien con Luigui aunque me dé asco pero tenerlo como enemigo es peor.

Alguien tocó la puerta y me alejé rápido.

—¿Quién? —Pregunté retrocediendo.

—Soy Luigui, ¿Puedo pasar?

Fruncí el ceño notando que ésto era demasiado raro.

—Adelante —Sonó más a pregunta.

Abrió la puerta y sonrió apenas al verme.

—En una hora saldremos al parque así que ponte algo cómodo —Dijo de manera suave.

—¿A qué iremos?

—A pasarla bien un rato, quiero llevarte a conocer los Cisnes.

—¿Qué te hace pensar que no los he conocido? —Levanté una ceja.

Se acercó a paso lento y tuve que pasar saliva recordando que no debo contradecirlo.

—¿Quieres dejar de hacer eso? —Me preguntó estando a unos cuántos centímetros de mí.

—¿Hacer qué?

—Eso —Señaló mis manos que estaban tocando la pared—. Deja de tenerme miedo, no soy un monstruo.

Le dí una mirada de incredulidad y suspiró.

—¿Quieres ir a ver los cisnes o no?

—¡SI!  —Respondí con una sonrisa.

Mafia vs Mafia (Completa ✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora