Capítulo 33

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Entro al departamento y cuando estoy en mi habitación me doy el lujo de quitarme el disfraz de sonrisa y chica fuerte que visto cada día y la máscara que tanto me costó crear. Ahora sólo soy vulnerable, una chica rota llena de tormentos y demonios que atacan sin cesar todo lo bueno que alguna vez hubo en ella. Me derrumbo, todos esos pedazos que pensé que había pegado se despegan dejando que todos mis miedos y demonios se apoderen de mi interior. No quiero seguir luchando, no puedo seguir, esto es demasiado para mí.

Adom Pov

Después de que Seda saliera del departamento salí a correr para despejar mi mente, una vez más. Tratar de no pensar en todo lo que ha pasado en estos días, pero es imposible. Tenerla tan lejos me hizo darme cuenta de que lo que siento por ella es mucho más fuerte e intenso de lo que pensaba y que siempre será ella. Lo que dije en la comisaría sólo fue una pequeña parte de todo lo que siento y no lo dije para que me perdonara, sino que una parte de mi quería que ella supiera que no importa si me caso con otra, siempre será ella.

Abro la puerta del departamento y Helado y Box ladran como locos frente a la puerta de Seda. Raro.

- Vayan a dormir y dejen a Seda dormir también.

No me hacen caso y siguen ladrando. Abro la puerta de la habitación de Seda para que vean que está durmiendo, pero cuando alzo la vista me aterra lo que veo.

- Mierda.

El cuarto de Seda está hecho un maldito desastre, todo por los suelos, las lámparas rotas al igual que los diseños, las almohadas tiradas al suelo y en la esquina de la habitación está ella, con las rodillas pegadas a su pecho, sus ojos llenos de lágrimas y en silencio.

Me acerco a ella, pero huye.

¿Seda que te pasó?

Opto por sentarme a un metro de ella y ya sin hablar, sin hacer nada solamente nos quedamos ahí sentados sin emitir palabra y es que a veces no necesitamos decir nada porque con una sola mirada es suficiente.

( ◇ )

Me despierto por el sonido de la cocina.

Mierda que dolor de cuello.

Me levanto con dificultad y luego de una merecida ducha voy hacia la cocina.

Ella está vestida con ropa de deporte mientras prepara sus tortitas y tiene sus audífonos puestos, parece que se mueve por inercia, pero al notar mi presencia cambia su postura como si nada de lo de ayer hubiese pasado.

Otro día más con el disfraz de sonrisa.

- Buenos días.

- Hola. Tienes tu batido verde en la mesa y unas tortitas, yo ya desayuné. Me voy.

- Seda - me dedica una sonrisa.

- Estoy bien. Lo de ayer fue una crisis, nada más.

- No puedes mentirme Seda. No estás bien.

- Tienes razón, no lo estoy, pero lo estaré. Ayer me apagué un poco pero hoy me volví a encender, porque yo siempre puedo, siempre pude y siempre podré.

- ¿Puedo abrazarte? - asiente.

La hago prisionera entre mis brazos y me corresponde. Me abraza fuerte y yo hago lo mismo sólo para transmitirle que estoy aquí y que la amo, que, a pesar de mis errores, la amo, siempre la amaré.

- ¿Por qué?

- Porque eres tú, siempre serás tú. Siempre estaré contigo, en las buenas, en las malas, en el piso, en la encimera de la cocina - se aparta de mí y me da un leve golpe acompañado de una muy leve sonrisa que me llena de vida.

A través de la máscara (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora