Había pasado una semana. Era sábado de nuevo y le había prometido a su hermana que iría a recoger a Carlo para cenar los tres juntos. Verina se empeñaba en tener una vida normal después de todo.Había conversado con el nuevo novio de su hermana y era aceptable. Medía sus palabras, era atento con ella y la miraba con admiración, superaba con creces al resto de ligues que había tenido Verina. Además, no sabía si era por su cara de niño pequeño o porque sus intenciones eran verdaderamente buenas, pero sentía que podía fiarse de él.
Paró en su inmenso jardín y entró en el coche con una sonrisa de crío que sorprendentemente no causaba desagrado en Damien.
—¿Qué tal? —preguntó el rubio.
—Bien, hambriento —contestó con su habitual buen humor—. ¿Y tú?
—Un poco cansado.
Y era verdad, esa misma mañana había ido al piso de Bonnie con Ernst. Bogdanov estaba a punto de volver y sabían que cuando eso pasara no cesaría su búsqueda, habían estado mirando destinos para Bonnie en caso de que se complicara todo.
Ernst había sugerido avisar a una amiga de confianza, Anja. Al parecer la chica contaba con intangibilidad y podía ayudarles fácilmente a entrar a casas vacías. Sin embargo, Damien y Bonnie preferían retrasar eso y actuar por su cuenta lo máximo que pudieran.
—Ve subiendo, yo voy al garaje. No está muy lejos —dijo Damien, cuando aparcó frente a su portal.
—De acuerdo, gracias.
Cerró la puerta con suavidad y Damien arrancó. Al llegar a su plaza se percató de un aparato que vibraba en el asiento de copiloto, al girarse vio un teléfono. Carlo seguramente se lo habría olvidado.
Tuvo la tentación de darle la vuelta, pero se limitó a meterlo en su bolsillo con la intención de devolverlo al salir. Abrió su puerta y el móvil volvió a vibrar, esta vez era una llamada.
La curiosidad le nubló la vista y notó como ese calorcito que sentía cada vez que hacía algo sin pensar le embriagaba.
Notó la calidez en la punta de sus dedos, como el fuego le obligaba a ser impulsivo una vez más.
Leélo.
Sacó el teléfono con lentitud y se sorprendió al ver que la llamada aún seguía, a pesar de lo mucho que había vacilado entre cogerlo o no.
Frunció el ceño al instante y comenzó a respirar bruscamente. Cerró la puerta del coche con la agresividad que odiaba y condujo demasiado rápido hacia la casa de la persona que había realizado la llamada. Necesitaba una explicación. De la llamada y de los mensajes.
Subió las escaleras corriendo y dio un golpe en la puerta. Nada. Dio otro mucho más fuerte y siguió sin escucharse nada.
Resopló enfadado y dio un puñetazo en la puerta justo un segundo antes de que se abriera.
Bonnie lo observó casi asustada. Cuando intentó meterse en su mente una oleada de cólera inundó su cabeza, provocando un dolor tan fuerte que casi le hace soltar un chillido. Bajó sus ojos a su cuello, se le marcaban las venas y estaba tenso.
Entonces Bonnie cayó en su vestuario, acababa de salir de la ducha y llevaba un albornoz blanco, iba descalza y con el pelo mojado. No se avergonzó, es más, creció un enfado incitado por los sentimientos que acababa de experimentar de Damien.
—¿Se puede saber qué haces? —cuestionó molesta.
El rubio no contestó, seguía de pie sin inmutarse, respirando agitadamente.
ESTÁS LEYENDO
NADRIV
FantasyZYXIANS #1 Nadriv: Arrebato emocional incontrolable, sentimientos profundos y escondidos. Encontrar un alma, que quizá ni tan siquiera exista. El día que el agua, el fuego y la oscuridad se unieron y causaron estragos.