Hay luz en su oscuridad.

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—¿Sabes qué?

Bonnie sacudió la cabeza y él se aclaró la garganta. 

—A ver, hemos huido de la ciudad, estamos disfrazados con abrigos gigantes y gafas de sol y tu nombre es precisamente Bonnie. Por no decir que nos busca gente armada.

Se tocó el abdomen lleno de vendajes improvisados que le había hecho Damien mientras se había desmayado. Tenía que agradecerle a él y al suero Zyxian que se estuviera curando la herida de bala y que casi no le doliera ya.

Menuda situación.

Y es que en menos de diez minutos Damien casi la mata, después habían acabado en una situación comprometedora, les han disparado y han tenido que huir. Y en cada uno de estos sucesos Bonnie iba desnuda.

Total, que habían acabado en un pueblucho, escondidos detrás de un árbol mientras comían un bocadillo en el suelo, llevando unas gafas de sol gigantes a las tres de la mañana y un abrigo que, a pesar de las bajas temperaturas de Luxemburgo y que eran finales de diciembre, les sofocaba. 

Pero lo peor de la situación era que no sabían qué estaba pasando ahora en la ciudad, habían decidido que sacar la tarjeta de sus móviles y destrozarla era la mejor idea. 

Ni siquiera habían pensado en Ernst, confiaban en que mañana cuando se despertara pudieran llamarlo con algún teléfono público.

—Ve al grano.

—¡Que somos Bonnie y Clyde!

Bonnie respiró hondo, intentando ignorar una de las muchas referencias que llevaba haciendo a su nombre toda la noche.

—Sí, pues como acabemos igual vamos apañados.

—No, nos moriremos de un golpe de calor a este paso —refunfuñó Damien.

—Para ti no es un problema el calor —dijo Bonnie.

Damien esbozó una sonrisa y dio un bocado a su comida.

—Creo que para ti tampoco.

Ella esquivó su comentario y Damien decidió cambiar el tema.

—Tenemos que irnos de aquí enseguida. Bogdanov va a buscar en todos los pueblos cercanos.

Bonnie se quedó pensando. Bleesbruck no estaba muy lejos del refugio de Betterndorf, el que Pierre había buscado expresamente para mantener a salvo a Valeria y a su madre, era una muy buena opción. Pero, si salía mal y los pillaban, las pondría en peligro. Bonnie se preguntó si valía la pena y finalmente desechó la idea.

—¿Todo bien? —La pregunta de Damien se sumó a sus pensamientos.

—¿Crees que podamos ir a Bettendorf sin que nos vean?

Damien vaciló un poco y Bonnie se cuestionó por qué había dicho eso, no quería que Valeria acabara comprometida en este asunto.

Pero..., por otra parte, era la opción más segura y viable.

—A ver, si te metes en la mente de alguien, le robamos el coche y le quitas los recuerdos... Puede salir bien.

Entonces el único problema sería meter a Damien, aunque eso se podía solucionar usando su habilidad en los guardias.

—Podemos ir andando. 

—Estás herida —recordó él—no vas a andar hasta allí.

—Estoy herida y tengo el suero, ya casi no me duele y tengo resistencia necesaria. 

—No voy a permitir que se te abra la herida o algo parecido —dijo—. Simplemente porque me ha costado mucho vendarla —aclaró.

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