Capítulo Veintinueve.

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Era un detestable día. Veía el televisor mientras debatía sobre lo que haría el día de hoy, hacer nada en mi cuarto o hacer nada en la sala.

Ya iba una hora tarde a clase, pero realmente no estaba muy interesada en llegar puntual, tenía miedo de lo que fuera que sucedía conmigo, de pronto deslinde mis valores y responsabilidades, todo el tiempo mi mente vagaba en otro mundo.

— Debes parar de llegar tarde. Tuviste suerte, tu maestro no llego hasta ahora.

Gaten me regañaba, el tenía razón, esto no era bueno.

— Lo siento, no se que sucede.

Me abrazó, se sentía genial, podía sentir el apoyo que me brindaba, era algo que necesitaba y me mantuvo feliz saber que no tuve que pedirlo.

(...)

— Seguro, _______.

— Pienso que estás enojado —Ambos comenzamos a reír. Robe su gelatina siendo que ya tenía una—. Lo prometo, la repondre.

— No permitiré que lo hagas, puedes quedartela. Te doy la gelatina porque te quiero.

— ¡Eres tan tierno!

— ¡A cambio de tu tarea de matemáticas! Aun no terminaba, quiero pedirte tu tarea de matemáticas.

— ¡Hey! Debiste decirlo antes.

— No me permitiré hacerlo.

Saque de mi mochila lo solicitado por Gaten.

— Tienes suerte de que esté calificada ya.

— Gracias ¡Eres tan tierna!

— Se que mientes.

— No lo hago, pero basta no quiero estar más tiempo aquí.

Nos levantamos de nuestros asientos, la biblioteca era un lugar agradable, había poca gente así que no había alguien que intentará callarte todo el tiempo.

— ¿Irás a casa? — Negó.

— Hay una chics que me gustaría visitar.

Sonreí animandolo—. Sin miedo al éxito.

Comenzó a reír para después irse. Mientras tanto yo camine a la salida, buscaba el contacto de Sophia en mi celular, pretendía que fuéramos a comprar nuevos suministros para casa, aún no se terminaban pero mi madre prefería tener siempre un repuesto.

— ¿Cómo estás _______?

Despegue mi mirada del celular al escuchar mi nombre, me parecía un sueño ver frente a mi a Finn Wolfhard, definitivamente era el, llevaba puesto nuestra bannie amarilla.

— No quiero ser grosera, pero ¿Que haces aquí?

— Prometí que estaría contigo durante tus vacaciones.

Nunca imaginé el escenario de tenerlo frente a mi, al menos no dentro de 10 años diciendo "¿Cómo ha estado tu vida?" Para entonces ambos podríamos tener una pareja estable, dónde pudieramos reír recordando nuestra caída en un skate y sonriendo por la nostalgia de no haber vivido algo igual de divertido.

— No debías aparecerte aquí.

— ¿Por qué? ¿Alguien puede decirle a Jack Grazer que busque a su hermana?

— Me he atormentado lo suficiente para que lo hagas tu —Pase por un lado de el, deteniendo mi caminata para mirarlo— Lamento no decir antes la verdad y durante todo este tiempo lo he lamentado.

— ¿Por qué no lo dijiste cuando tuviste la oportunidad?

— No sabía hacerlo, incluso en estos momentos tampoco se como lo hubiera hecho.

— También lamento que no lo hayas hecho.

— ¡Basta! No fui la única. ¿Recuerdas que tus labios se cruzaron con los de otra chica? ¿Cómo lo hubieras confesado? — Me crucé de brazos.

Suspiro desviando su mirada así que comencé a caminar con él detrás.

— Bien, entiendo ya —Guardo silencio durante un par de minutos—. Pero aún sigo bastante enfadado, formaste nuestra relación a base de Miles de mentiras.

Si, era cierto, no podía discutir.

— Pero ¡Hey! Idiota yo, ni si quiera conocía tu nombre completo —Se adelantó para caminar junto a mi—. ¿Lo puedes ver? Me volviste loco, desde niños lo hiciste. Odio lo que ocultaste, odio que no lo hayas dicho antes o que simplemente no hayas podido mantener más el secreto. Odio el modo en que te permitiste a ti seguir conmigo.

— ¡Basta Finn! —Sus palabras comenzaban a destrozarme—. No entiendo que pretendes diciendo todo esto.

Me detuve y lo mire.

— Tengo el mismo odio por todo lo que dijiste, pero no te odio a ti y quisiera hacerlo — Bufé para mantener el control de mi —. Me es imposible no verte de otro modo más que perfecto. Te ofrezco una disculpa por mis errores, todos los días lo hago. Bien, no quiero terminar en lágrimas, dime ¿Qué es lo que quieres?

— ¿Podemos hablar en tu casa? No es conveniente que todo el mundo escuché todo lo que hemos dicho ya.

Lo dude en seguida, nunca había llevado a casa alguien sin que mi madre lo supiera, de algún modo me ponía de nervi...

— ¡Oh claro! Tu madre no lo sabe, tampoco se lo dijiste.

— ¡Suficiente! Se que me equivoqué pero no me quedaré aquí parada escuchando como recuerdas en cada ocasión...— Me interrumpió.

— Lo siento, lo siento. ¿Podemos hablar en tu casa? No es necesario que entre.

(...)

— Mi madre no está — Hablé al ver que detuvo su caminata en la puerta.

Finalmente entro.

— No recordaba está casa ya — Admiro cada detalle sonriendo —. Pero iré al grano. No puedo dejar de pensar en ti, cada maldito segundo quiero estar contigo. La única verdad es que te amo y te necesito.

Su tono de voz era tranquilo, sus palabras era sinceras.

— Quiero proponerte que nos vayamos juntos, estos días — Tomo mis manos —. Tomemos un descanso de lo que sucedió y comencemos de nuevo, está vez todo será diferente y no hay porque ir con prisa.

Quería gritar de emoción, claramente aceptaría, pero no tenía idea a dónde iríamos o como iríamos. En el momento solo me preocupaba como aceptar, no quería pensar en lo que vendría después.






¿Y si fuera al revés? (Finn Wolfhard Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora