El Cuarto

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Shawn tomó su mano y subió con él las escaleras. Caminaron por el pasillo bien iluminado y adornado con pinturas y estantes, pararon en la segunda puerta, un cartel con el nombre de Shawn colgaba de ella.

Matt aún no se había recuperado del todo de la conversación anterior, le toma un tiempo desairarse, si la lógica no le obligaba.

— Antes de entrar, quítate los zapatos por favor — Dijo Shawn señalando a un lado del pasillo.

Sonó algo inusual para Matt, pero lo hizo sin desdén. Los colocó a un lado de la puerta. Shawn estaba en medias, que por cierto, tenían figuras del sistema solar. Matt no se había fijado en eso hasta ese momento, pero le gusto saber eso de él. Cada cosa nueva que aprendía de él era fascinante. 

En fin, ambos entraron. 

Una fresca brisa desfiló frente los dos. Matt observó su alrededor con detenimiento.  El cuarto era espacioso y muy bien cuidado, arreglado con los gustos de su dueño. En las paredes adyacentes estaban figuras de estrellas de silicona que brillan en la obscuridad. Estas seguían un patrón hasta en techo. Era posible que Shawn le gustara ver el cielo nocturno antes de dormir.

A su izquierda había un closet gigante con varias puertas y compartimentos, una de ellas sostenía un espejo de cuerpo entero. Justo enfrente estaba la cama, blanca y con una única almohada. Muy simple y elegante. A su derecha vio un mueble gavetero de estilo rústico. Era posible que perteneciera a su abuelo y hayan decidido ponerlo allí por alguna razón personal. Encima del mueble halló perfumes y botellas, sea crema para el cabello o gel, desodorante y más. Una foto peculiar sobresalía entre todas las cosas: estaba bordada con un marco dorado y azul, Matt no alcanzó a ver quien estaba en la foto, pero sin duda debía ser alguien especial. 

Del otro lado del cuarto una puerta deslizante que daba al balcón. Era de vidrio así que se podía ver las luces a lo lejos del pueblo vecino. Era un segundo piso y la casa, en sí, estaba sobre una pequeña vereda empinada.  Matt no lo vio bien, pero creyó ver un trípode afuera, se preguntó que seria. 

Matt dio unos pasos y sintió abullonado el suelo. ¡¡Era una alfombra!! Por eso le pidió quitarse los zapatos. Era tan suave que dio un par de pasos arrastrando los pies. 

Shawn se sentó en su cama dando un suspiro de alivio.

—¿Y? ¿Te gusta? — Preguntó.

—¿Es broma verdad? — Respondió Matt —. ¡Es genial! 

—Me gusta tener mi espacio personal, hehe — Comentó Shawn algo apenado. 

No era necesario que Shawn quisiera aminorar la pena. Para Matt era increíble ver su alcoba. Muy diferente a su pieza pensó él: más organizada y brillante, con algunos lujos, y muy bien ventilada. Allí era donde Shawn dormía, se vestía, y pasaba la mayor parte del tiempo. Todo le emocionaba y movía su interior. La discusión de hace un rato parecía lejos de ser recordada.

Luego un punto negro manchó su pensamiento. Deseó tener un cuarto así, o al menos compartirlo con alguien. Algo de envidia molestó su mente.

Shawn entendió lo que pensaba. Los ojos azules de Matt giraban a su alrededor sorprendido.

—Si necesitas ir al baño está allí detrás de la puerta —mencionó Shawn para romper el hielo.

Matt volteó curioso y vio que la puerta de entrada al cuarto cubría la puerta del baño al abrirse.

—Lo sé. Es raro que lo hayan puesto así, pero así vino la casa cuando la compraron mis abuelos. Hasta podemos hacer una pijamada... si quieres, pero no sé si nos dejen. 

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