Esta historia se centra en la vida de un joven llamado Matt quien perdió a su hermano menor Ethan en un incendio. Matt posee una habilidad que le permite modificar leyes naturales y busca encontrar una cura para una ley universal de todos los seres...
En la mañana siguiente el cielo amaneció despejado, apenas y se veía una bruma en el horizonte desaparecer entre las montañas. El aire era frío y soplaba una fuerte brisa desde el sur, el sol daba sus primeros rayos. Eran las 7 de la mañana y las altas colinas junto con el extenso bosque que las cubre escondían todo ruido de la ciudad.
Era jueves y era día de clases. Todos los jóvenes entre 12 a 18 años de los 12 pueblos que conforman el Cajón del Maipo, a las afueras de Santiago, están inscritos a al menos uno de los dos únicos colegios del área. Una carretera única atraviesa todos los pueblos, y por esta pasa una serie de rutas que trasportan a los habitantes. Tanto Matt como Shawn, Mario y David, viven en diferentes pueblos, así que salen a las calles temprano, para tomar la ruta que los lleva a la escuela y no perder clases. Estos viajes pueden tomar hasta 45 minutos dependiendo que tan lejos vivan; excepto David quien tiene una bicicleta para ir a la escuela.
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Ya en la escuela Gabriel bajaba del auto de su madre, ella se encarga de traerlo temprano todos los días; él siempre es uno de los primeros en llegar. Algunos alumnos de otros cursos ya estaban adentro deambulando por los pisos del edificio, charlando o comiendo según gustaban. También se podían ver algunos profesores por los pasillos, ellos suelen comenzar su día con café o té que consiguen del salón de profesores en el segundo piso.
Gabriel entró por el portón de entrada y caminó hacia las gradas junto a la cancha, allí suele esperar a solas hasta el timbre de inicio de clases. A medio camino vio allí a Carlos, su compañero, recostado. Acercándose y sorprendido de verlo le preguntó:
- ¿Y tú que hace aquí tan temprano? ¿Te quedaste a dormir aquí o que, weon?
Carlos no respondió. Él prácticamente dormía con la camisa del uniforme escolar en su rostro, solo lo protegía del frío su camisilla.
- ¡Carlos! - Gritó Gabriel.
Carlos intentó sentarse, con los ojos rojos y ojeras marcadas del sueño echó un vistazo a ver quien era antes de volver a su plácido sueño.
- ¿Qué que haces tan temprano aquí, we? - Preguntó Gabriel sentándose a su lado -. ¿Al fin te botaron de tu casa?
Carlos, por el contrario a Gabriel, siempre llegaba después del timbre de entrada, a veces una o dos horas tarde, a veces ni iba. Él no es el más popular, el más deportivo, o el más responsable, no tiene un grupo social en específico y no busca llamar la atención, poco lo interesa la escuela y poco esfuerzo le daba por estar allí.
- Mira, no te golpeo porque me siento mareado - Dijo Carlos entre murmullos -. Me pusieron a firmar compromiso final, si no llego temprano o falto de nuevo a clase me expulsan. Me despertaron a las 5 de la mañana, ¡A LAS 5! No pegue el ojo en toda la noche, men!
- Te la mereces - pensó Gabriel.
Con algo de esfuerzo Carlos se sentó y echando un vistazo a través de su camisa siguió hablando.
