Desafiando la Ley

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— ¿Qué es lo que más quieres, Matt? — Preguntó el misterioso joven.

Matt no alcanzó a entender en profundidad las palabras del otro, aún divagaba sobre en donde podría estar y que hacia allí. Si bien permaneció calmado ante al peculiar presencia del sujeto, no podía dejar de pensar en la urgencia de la situación, debía volver al campo de batalla. Su alrededor de por sí ya era extraño, se envolvía de un sentimiento de paz que lo alejaba de cualquier sentimiento negativo, no podía sentir rabia o miedo, toda pena y dolor desaparecían milagrosamente ante el blanco absoluto. 

— Este sitio... ¿Morí? — Preguntó Matt.

— Eso sería muy inconveniente — Respondió el otro rascando la cabeza del chico —. Llámame Ian, por favor. 

— ¿Inconveniente? — Preguntó el chico. 

— Matt Diamond, 13 años, 1.50 de estatura, vives a las afueras de Santiago mantenido por un Sacerdote en oficios, tienes madera para las ciencias experimentales pero eres flojo para el estudio secular. No me digas, faltas mucho a clases ¿Verdad? ¿Le atiné? Tu carencia de inteligencia emocional te restringe de otros atributos esenciales para dominar lo posees. Pocos amigos... ¿Qué más podría decir?

— ¿Me conoces o solo hiciste tu tarea? — Indagó Matt.

Ian sonrió. Se sentó sobre las raíces frescas que desaparecían en la arena blanca, la sombra que daba las ramas era apacible y deliciosa. Su mirada se perdió en la copa del árbol detallando los frutos que tan abundantemente nacían de sus hojas blancas y plateadas.

— Eres hijo de Cecil Wards, última descendiente de M.Wards. A tus 9 años te debieron cambiar el apellido para proteger tu identidad.

— ¡¿Conociste a mi madre?! — Pregunto Matt asombrado, usualmente se enfadaría por ese tipo de conversación pero se mantuvo calmado, probablemente por los efectos del lugar. 

— Desee conocerla, al final me conforme con lo que hallé en los libros. Supe que ellas no dejaban que cualquiera se acercara. Igual para esos años yo era solamente un crío de 7 años, me convertí en un marginado como tú a los 15, huyendo de la organización que lleva tu apellido real. Decidí desaparecer de los registros de la tierra y buscar respuestas por mi mismo, allí mis ojos vieron verdades que no cualquiera puede soportar. Si tú vieras el mundo entero — hablando con una risa burlona —, diciendo 'esto es verdad' y otros 'no esto es verdad' sin ni siquiera rayar la superficie de lo que realmente es.

— ¿Eres uno de los Doce? —  Preguntó el ojiazul mientras daba la vuelta al árbol esperando encontrar algún indicio de donde estaba o como volver. Se mantuvo alerta de cualquier movimiento en falso. 

— No, no lo soy. Aunque podrías convertirme en uno si quisieras —  Dijo Ian dejándolo aún más confundido —. ¿En serio crees que podrás contra Gárdian? Para ser alguien con mucha historia, no le tienes miedo a la muerte. 

— Me subestimas —  dijo Matt. 

— Tú subestimas a la muerte —  declaró Ian —. Realmente eres orgulloso. Es una ley que no se puede corregir. Tanto al infante de días como al viejo en años, a todos los cubre el manto del tiempo, incluso los Doce — Una brisa acarició las ramas dejando escapar el sonido de las hojas jugando entre sí — Antes era distinto: He aquí el Árbol de la Ciencia, el mismo que estaba en el principio, según recuerdo, pero más pequeño, muchísimo más pequeño y lo que tienes en mano es la representación de su semilla, la misma que se siembra en cada mundo creado por los Dioses... El Edén. 

— ¿Qué exactamente hago aquí y como puedo volver? — Preguntó finalmente Matt.

— Que impaciente. ¿De verdad quieres cargar todo sobre tus espaldas? En el caso hipotético que venzas a Gárdian, ¿se acabará todo? ¿Qué te ha dicho ese Void con el que tanto andas?

Las Notas de EthanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora