Justo Juicio

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Carlos apresuraba su paso por la carretera mirando al asfalto e ignorando el sol de las tres de la tarde. Miro al horizonte como reflexionando en todo, notó unas nuves inmobiles a lo lejos, como esperando por algo. La carretera extrañamente parecía vacía, ninguna ruta iba o venía cuando usualmente se ven en intervalos de 15 minutos o más. Se cuestionaba sobre donde ir; no quería volver a su casa con su padre, no quería estar en la intemperie. Inquietamente, su mente le advertía que se cuidara y buscara refugio; todos en ese pueblo comenzaban a tener ese sentimiento vibrante y tenebroso de un peligro cercano. 

— Madre, tú sabrías que hacer — susurró el joven.

Carlos tiene 14 años y es de origen Colombiano. Su madre era una empresaria sobresaliente, muy eficaz y educada. Fue transferida a Santiago tras ocupar un buen puesto en una empresa prestadora de servicios al cliente. No tenía mucha familia aparte de su esposo e hijo, así que tomó la decisión de viajar y aventurarse a ese nuevo país. Ella se encargó de cuidar y proveerle todo lo necesario a su único hijo, quien amaba con toda su alma. Le enseñó sobre respeto y bondad, ser "avispado" y  con carácter, pero nunca olvidando ser amable. Su esposo, un hombre poco convencional y puerco, por no decir mucho, vino con ella y, al contrario, no era un varón digno de ella. Se aprovechaba de sus esfuerzos; sin trabajo y de taberna en taberna, disfrutaba despilfarrar su dinero y menospreciaba a Carlos tal y como una carga. Carlos amaba a su madre y la veía como un ejemplo a seguir. Lastimablemente, ella murió un año antes que Matt llegase al pueblo en un asalto donde ella se arriesgó a salvar a una de sus compañeras de trabajo. Bajo un tiroteo, una de las balas atravesó su pecho, matándola en un instante. Ella protegió a su amiga de ser raptada. 

Desde entonces Carlos vive con su padre. Se mudaron a las afueras de la ciudad dónde construyeron una casa en el monte; cosa común en esas áreas. Su padre poco o nada trabaja y Carlos obtiene ayuda del Padre Romero y otros benefactores para estudiar. De allí que es una de sus razones no meterse con Matt. 

La carretera se hacía larga tanto como sus pensamientos. Carlos se detuvo. 

— La verdad es que no me importa. Gabriel tiene sus problemas y yo tengo los míos. ¿Para qué me pongo a preocuparme por eso? Si él quiere ir y matar a Matt, suerte con eso. ¡A ver si puede! Ni yo me atrevería a enfrentarlo, ya vi lo que ha hecho con otros. Solo espero que no se encuentre con Shawn primero, sería lo peor... Eso espero. 

Un gran ruido estrepitoso lo disturbó. Carlos volteó y vio como una gran bola de fuego subía por los aires a lo lejos, justo detrás de una pequeña montaña que deba vuelta a la carretera. 

— ¡¿Ahora que hizo ese idiota?! — Dijo —. Si ese tonto va a destruir el pueblo, será mejor irme de aquí. Gabriel, con hacerle creer que Shawn lo estaba engañando, puso las cosas así. Alguien debe decirle que fue una broma para calmarlo. Tal vez así se enfríen las cosas... O mejor dejo que se queden así y se vallan todos a la mierda. ¡Me da igual! Solamente con dolor los demás entienden. 

Dio la vuelta y se dispuso a irse, más algo lo detuvo. Él solo pudo describirlo como una mano tocándole el hombro, el cual le susurró un recuerdo en su mente: Tras la explosión provocada por Matt en él colegió, él fue tratado por un médico, dentro de una ambulancia local, verificando que todo estuviese bien y bajo ningún riesgo. El doctor tenía una cabellera larga y negra, su piel tensa y pura lo hacían particularmente inusual y un tanto paranormal, sumando a su altura. El doctor le hizo algunas pruebas breves y una que otra pregunta rápida; nada fuera de lo normal en un caso así. Pero luego le comentó algo que lo sorprendió.

— Carlos Saldarriaga, ¿verdad? — Preguntó el doctor. Carlos asintió —. No estabas tan cerca de la onda de choque, así que no tienen ninguna anormalidad.  Solo una cosa: deja de fumar (Carlos volteó la mirada) Puedes irte cuando tus padres lleguen por ti. 

Las Notas de EthanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora