Realidad

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La tarde se alzó apresurada, la tierra empezaba a secarse bajo el fuerte sol, las nubes se encolaban dando una efímera sombra que viajaba a lo largo de paraje. El parqueadero instalado a un lado del colegio estaba lleno, muchos llegaron en fila tras recibir un mensaje de alerta. De a grupos y en orden salían los estudiantes más jóvenes con sus acudientes. David desencadenaba su bicicleta, quería irse rápido a casa; de los chicos es el que más cerca vive, solo a un pueblo de distancia. Sus padres confían en él, dada su personalidad, y les bastó una llamada a su celular para saber que estaba bien y que volvería a casa pronto, apenas dieran el permiso para salir. 

 La mañana fue pesada para todos y él sintió el deber punzante de ayudar cuanto podía aunque se le restringió mucha información. Los profesores le pidieron mantener la distancia y llegó a sentirse inútil y aliviado al mismo tiempo.

Se sentó en el apoyo de la bicicleta y de un salto se alejó de inmediato, la ardiente silla y mangos hacía imposible montarlo. Miró a los lados recordando que cerca de allí había una pluma que suelen usar para regar las plantas, tal vez un poco de agua ayudaría a calmar más que el furor del metal. A lo lejos David notó la pluma de agua bajo un muro de piedra que separa el edificio central con la cancha, allí bebió hasta saciarse.

En su mente se anidó las palabras que Carlos le declaró, en especial sobre Matt y su presunta participación en lo ocurrido en Viña. 

— ¿Por qué dijo que nosotros sabíamos? — pensó —. ¿Por qué Matt estaría metido en eso? Acaso él... no tiene sentido nada de lo que me dijo. Debería preguntarle pero eso me haría a mí ver como un loco también.

David tomó su celular y llamó a Mario. 

— Mario, ¿ya llegaste a casa? 

— Me escapé a penas pude. Lo siento, era una emergencia — Respondió Mario —. Mi hermano mayor me llamó y no fueron buenas noticias.

— ¿Y él está aquí en la ciudad? ¿Te regañaron por algo? — Preguntó David.

— No me metí en problemas esta vez. Él llega a Santiago cada tres o cinco meses y aprovechamos a visitarlo, pero esta vez se demoró en llegar. Algo paso, lo sé. Aquí mis padres también recibieron un mensaje de él y están recogiendo las cosas, empaquetándolas... no sé que está pasando David pero no es algo bueno. ¡Odio que me oculten las cosas! Dime que tienes noticias de Matt.

— Si, lo encontraron hace poco y lo metieron a rectoría — Respondió David sentándose en la grama bajo un rousto arbol —. Allá está ahora con el sacerdote, de seguro lo estarán retando por la pelea; ¡es que tremenda paliza que le dio a Gabriel! Yo me iré a casa ahora, lo siento por Matt pero no me dejaron ayudarlo... Espera, ¡¿como así que están empacando?! ¡No me digas que te mudaras Mario Vega!

— ¡Eso es lo que te digo! Están empacando y no sé por qué. Algo les dijo mi hermano mayor, pero desde que recibieron el mensaje no hemos escuchado nada de él. Se fueron al supermercado, vi las bolsas que ellos usan para hacer compras. Esto está muy mal David.

David calló un segundo. 

— Oye, hablé con Carlos, el que siempre anda con Gabriel, el calvito. El tambien me dijo que deberiamos salir de la ciudad y me conto algo que me dejó helado.

— ¿Que Matt está detrás de lo que paso en Viña del Mar? Si, ya me lo comentó.

— ¡Y porque no me habías dicho nada!  — Exclamó David.

— ¡¿Crees tú que le voy a creer?! Matt es fuerte y todo pero eso es absurdo. ¿Piensas realmente que él tiene poderes o algo así? Aunque pensándolo bien, ¿recuerdas el reportaje de esta mañana? No es conciencia que el supuesto enmascarado de ojos azules exista allá y aquí en el pueblo también. ¡Listo! ¡Se acabó! ¡¡Yo Mario Vega investigaré este caso!! No dormiré hasta descubrir que está pasando y haré todo lo posible para hallar una respuesta. Y tu mi querido amigo me acompañarás en mi búsqueda. 

Las Notas de EthanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora