Super Trouper - Zhuiling

Día 10

La vida de gira no era tan mala.

Más allá de pasar largas horas manejando y que el manager presentía que su trasero quedaría con la forma del asiento. Gracias a la brillante organización a la que le puso más empeño que la tesis con la que se tituló, no tenían que preocuparse de muchas cosas. Sabía que todas esas desveladas habían valido la pena cuando el idol mencionaba la agradable experiencia en un hotel o sobre la deliciosa comida de algún restaurante que penosamente era desconocido para muchos lugareños. Cada que esto pasaba el manager sonreía con orgullo, recibiendo sin vergüenza alguna los halagos de Sizhui.

La gira estaba yendo bien, aunque esa palabra no terminaba por abarcar el éxito de esta. Y no en cuanto a temas de ventas, porque comercialmente esta ya estaba marcada como un triunfo cuando en los primeros minutos que se abrió la venta de boletos para los conciertos estos se vendieron en un parpadeo. Sino en cuanto a la satisfacción del público asistente.

No había nada peor que haber logrado ir a un concierto de un cantante por el que se llevaba tiempo anhelando, ahorrando cada yuan que caía en su billetera solo para que el cantante se le hubiera subido la fama a la cabeza y no diera todo de sí en el escenario. Y eso último no porque estuviera enfermo o cansado, sino como una falta de respeto a sus fanáticos creyendo que estos aceptarían actuaciones como esas sin quejarse.

Sizhui adoraba el escenario. Jin Ling lo había pensado antes, pero con los últimos conciertos solo se había vuelto una afirmación que pasaba frecuentemente por su mente: Sizhui había nacido para cantar frente a los reflectores.

Tras la primera presentación no volvió a sufrir una crisis nerviosa. Todos los días hacía su calentamiento vocal y practicaba las rutinas de baile, ya fuera en estudios cuando era el día del concierto o en su habitación de hotel cuando recién llegaban a la ciudad. El idol ahora se movía con mayor libertad por el escenario, mostrando su carisma y amor por sus fanáticos cuando subía a algunos para que cantaran con él o una vez que el concierto terminaba se tomaba el tiempo para tomarse algunas fotografías con estos.

El amor de sus seguidores había crecido aún más en esos días, y es que el esfuerzo del ojigris era notorio para todos. Los fans se lo agradecían con los millones de post que subían en sus redes sociales hablando maravillas sobre la experiencia que era ir a uno de sus conciertos, y con la compra de sus discos y mercancía. En su última llamada con Lan Xicheng se enteró que las ventas de Sizhui estaban en primer lugar en Gusu.

Naturalmente Jin Ling seguía cuidando de Sizhui. Enviándole mensajes cada que escuchaba ruido en su habitación a las seis de la mañana cuando la noche anterior le ordenó descansar, preocupándose que llevara una dieta saludable y deteniendo a aquellas fanáticas intensas que se lanzaban contra ellos cuando salían del hotel. Pero el castaño había aprendido a relajarse, a tener una mayor confianza en el idol además del equipo de seguridad. Encima eso le ayudaba a poder terminar con las otras tareas rápidamente.

Se sentía como esas madres que aprovechan que la niñera cuida al niño para ocuparse de otras partes del trabajo.

Había una tarea de la que debía ocuparse que no era muy ajetreada, pero que si la terminaba pronto podrían salir del foro antes que fuera madrugada. Durante los conciertos muchas fanáticas entregaban regalos al staff para que estos llegaran a manos de Sizhui, y aunque si llegaban a su destinatario, la realidad era que Sizhui no podía llevarlos todos o la van estaría más allá de su capacidad.

Tenían un sistema bastante sencillo: Las cartas serían guardadas en una caja para que Sizhui las leyera después, artículos pequeños irían a una bolsa con los que Sizhui se quedaría provisionalmente antes de seleccionar a aquellos que se llevaría a casa. Dulces y suplementos vitamínicos serían repartidos para el staff y los bailarines. Los peluches serían regalados a orfanatos, a menos que tuvieran una dedicatoria especial.