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—¿Qué fue lo que te dije? —Ochako coloca sus manos en su cintura intentando intimidar —Si de verdad le interesas a Deku-kun vendrá él mismo a hablarte.

—¿De verdad crees que puedo esperar? Se va mañana por la noche y quizás no vuelva hasta dentro de un largo tiempo o, ¿Sabes qué? A lo mejor nos olvida a todos nosotros, o simplemente no vea razones por las cuales regresar y no lo haga nunca.

Suelta con ira, ira dirigida a sí mismo por ser un cobarde que no puede ir directamente a la persona que le gusta y dejar en claro sus sentimientos, a Izuku por olvidarse de lo que pasó la noche anterior, que tristemente pensó que había significado algo y con el tiempo por pasar demasiado rápido, sin dejarle un respiro. Ochako aprieta su hombro intentando transmitirle consuelo y sosteniendo su mentón lo gira hacia Izuku.

—¿Acaso no lo ves? ¿No ves lo apagado que se encuentra ahora?  Eso fue después de la conversación que tuvo contigo —Katsuki lo ve, la forma en la que con una sonrisa suave habla con Tsuyu, sin su habitual energía en la que gesticula demasiado con las manos.

—¿Estás diciendo que es mi culpa?

—No idiota, a lo que me refiero es que se preocupa por ti, le afecta lo que hagas o digas. No tires la toalla todavía —En ese momento Izuku lo mira y su sonrisa pequeña desaparece, pero levanta la mano para saludar tímidamente.

—Antes dijo que le gusto... —susurra, sin apartar la mirada del peliverde.

—¿Qué más necesitas entonces? Ve a por ello, tigre —suelta su mentón y le da un golpe en la espalda que hace gruñir a Katsuki y huye para esconderse detrás de Shoto.

Acaricia la zona que recibió el golpe de mal humor, el cual se esfuma al oír las carcajadas de Izuku. Katsuki vuelve a mirarlo; el peliverde, al verse descubierto, se cubre la boca pero eso no hace disminuir su risa. Desde lo lejos, Katsuki solo puede pensar en que daría todo por escucharla siempre que pudiera, y podría hacerlo si solo se acercase a hablar con él, no es tan complicado.

¿A qué le tiene tanto miedo entonces?








El naranja del atardecer se funde en rojos y amarillos mientras el sol se esconde y la luna sale por el otro lado del mundo. Es un espectáculo natural que poca gente se para realmente a ver, demasiado ocupados sumergidos en sus problemas y vidas como para admirarlo. Katsuki es uno de ellos, es al que más le da igual todo, no le importa nada más que sus objetivos y metas por cumplir, pero esta vez se toma un tiempo sentado en el techo del recinto, observando el panorama tranquilamente, sintiendo la brisa rozar su rostro, como si el universo estuviese de su lado, apoyándolo silenciosamente.

Los demás están abajo cerrando todo, los últimos fans se fueron alrededor de veinte minutos. Piensa en todo lo que ha pasado esa semana y sigue sin poder creerlo. Piensa en Izuku y todo el revuelo de sentimientos que hay entorno a él y solo puede volverse loco de la confusión que hay en su interior. El mayor se va mañana, luego del gran torneo que han estado planeando del LoL, un juego de mierda si le preguntas a Katsuki.

Siente que alguien se sienta a su lado y no tiene que girar para ver quién es, no aparta la mirada del cielo, sabe que tienen que hablar, pero sigue una pequeña espina clavada en su pecho que no hace más que llenarlo de terror y pesimismo. Escucha a Izuku rebuscar en su bolsa antes de sacar una pequeña cajetilla de cigarros, levanta una ceja, sorprendido pero no impresionado.

—¿Fumas? —decide finalmente romper el silencio. Siente la mirada de Izuku quemar un lado de su rostro.

—Lo dejé, pero los viejos hábitos son difíciles de olvidar —coloca el palito entre sus labios y tapándolo suavemente para que la brisa no lo apague, lo enciende.

Izuku da una calada profunda relajando sus músculos, mirando hacia el mismo cielo, aunque no tan dedicado como Katsuki. El sol casi está desapareciendo por el horizonte y el rojo se está convirtiendo en violeta.

—Solía tener una vista como esta cuando iba a la casa de mis abuelos en un pueblito olvidado del norte. Es aún más increíble, sin las luces de la ciudad —Katsuki se queda en silencio, simplemente contento con escuchar.

Izuku da otra calada.

—¿Quieres?

En ese momento Katsuki vuelve el rostro hacia Izuku, quien le extiende el cigarrillo. La brisa mueve sus cabellos ligeramente y la luz anaranjada hace brillar su rostro, una vista aún más impresionante que la del cielo, según su opinión. No habla, simplemente agarra el cigarro y duda un segundo antes de llevarlo inexpertamente a sus labios e inhalar, tosiendo al segundo en el que el humo atraviesa su garganta.

Tose y tose durante un rato, sintiendo su garganta arder, demasiado seca como para tragar saliva. Escucha la risa de Izuku y como aleja el cigarro de sus dedos temblorosos mientras lo cambia por una botella de agua que bebe ávidamente. Le frunce el seño en respuesta, cuando al fin consigue calmarse, aunque no está tan enfadado después de pensar que es un beso indirecto.

Se miran durante un rato, Izuku se ve feliz y relajado, como si no hubiesen preocupaciones o cosas que aclarar. Pero ve la forma en la que las manos del peliverde tiemblan y como sus ojos brillan en incertidumbre y emoción. Decide que va a acabar con ese sufrimiento que ambos se están causando.

—Tenemos que hablar.

La sonrisa de Izuku se atenúa un poco y aparta la mirada tristemente hacia el suelo.

—Lo sé.
















Bueno, el capítulo siguiente es el decisivo en su relación, lo hubiese puesto aquí pero me puse un límite de palabras que en este caso son 1.000 jeje. DEBO ACLARAR que no es el último capítulo ni nada parecido, aún queda camino por  recorrer.

Nos vemos en el siguiente capítulo, besitos ♡


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