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Maratón 1/?
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Esa mañana en la que Izuku se despierta, sabe que hay algo mal. No puede decirlo con certeza, pero hay un nudo asfixiante en su garganta que no hace más que crecer a medida que avanza el día. Revisa su teléfono demasiadas veces para ser normal, paranoico, esperando recibir malas noticias en cualquier momento. Tenía planeado grabar un vídeo, pero está metido en su cabeza, incapaz de pensar en otra cosa.

Más de una vez piensa en llamar a Katsuki, su mano pica por coger el móvil y marcar su número solo para escuchar su voz ronca y profunda y olvidarse de todo lo que lo atormenta, pero tampoco quiere ser agobiante, llevan tres días separados y solo puede pensar en el tacto y calor de su piel.

Baja a la cocina, el tacto de los azulejos en las plantas de sus pies lo hacen estremecer con cada paso que da. Prepara su café en silencio, el vacío en su pecho se hace cada vez más grande y latente con cada segundo que cuenta el reloj, que solo consigue hacer sentir ese vacío más intenso y ponerle más nervioso. Cuando al fin sostiene su café, suspira por el quemazón que llega a sus gélidas manos, pero cuando se sienta en la mesa empieza a sonar su teléfono rompiendo la hermosa paz que está disfrutando.

—¿Pasó algo?

—Midoriya, tienes que abrir Twitter ya.

Le parece extraño esa reacción tan urgente en alguien como Shoto, pero no duda ni un segundo en minimizar la llamada y entrar a la aplicación. Menos mal que está sentado, porque si no se habría caído al suelo estando de pie.

—Dime que no es cierto, porfavor Todoroki-san —su voz se entrecorta mientras escucha el suspiro del bicolor.

—Midoriya...

—¿Por qué... Todo el mundo... sabe de mi relación... Con K-Kacchan?

En ese momento, ve toda su trayectoria pasar por delante de sus ojos, cada lágrima, cada risa, cada esfuerzo, borrado en un abrir y cerrar de ojos. La voz de Shoto queda en un segundo plano, ignora las cientas de notificaciones que suenan de WhatsApp, Twitter e Instagram mientras las lágrimas encharcan sus mejillas. Se lleva las manos a la cabeza y simplemente grita, es la única forma que tiene para sobrellevar todo lo que está pasando en su vida.

Su madre.

La risa de Inko suena como un eco en su mente, pero en vez de escucharse de una forma alegre, se vuelve una pesadilla, sabiendo que sin sus subscriptores, no es nada, no es nadie, ni siquiera para pagar los tratamientos de su madre. Sólo es un despojo, un despojo disfrazado de rey que acaba de perderlo todo, que su reino se volvió de cabeza y una rebelión está lista para ejecutarlo.





Su estómago gruñe nada más abrir los ojos, tirado en la cama, con botellas de alcohol desperdigadas por el suelo,encharcándolo. Su cerebro se encuentra en una nebulosa agradable de la que no quiere salir, pero tiene hambre. Izuku se levanta, limpiándose la saliva de la comisura de sus labios, se levanta lentamente con el único objetivo de comer. Bebe ávidamente de la botella de leche, sediento, antes de volver a subir a su habitación y acostarse en la cama, dejándose llevar por el sueño y la comodidad, pero su teléfono recién encendido empieza a sonar y no puede evitar bufar.

—Kacchan... —arrastra las palabras roncamente, afectado por el alcohol.

—¡Deku! Joder, ¿Dónde estás? Más importante, ¿Estás bien?

—En mi casa —ríe tontamente.

—¿Estás... Estás borracho? —se escucha movimiento al otro lado de la llamada y de repente susurra lo suficientemente alto como para que Izuku lo escuche —Me debes estar jodiendo...

—Puede ser... O puede que no, ¿Tu qué crees Kacchan?

—Que estás ebrio como un cabrón.

Izuku vuelve a reír, pero al otro lado Katsuki intenta por todos los medios controlar su ira.

—¿Tienes una idea... De lo preocupado que llevamos esta semana sin saber si estabas vivo o muerto? ¿El tiempo que hemos dedicado a buscarte, el tiempo que no hemos dormido? ¡Yo no he dormido nada en tres días! ¿Y tu mientras qué, borracho? —la rabia carcome el pecho de Katsuki cada vez más fuerte.

—P-Pero Kacchan... Porfavor... No me grites —Izuku hipa, listo para derramar lágrimas.

—¡Y una mierda que no grite! Entiendo que la situación en la que nos encontramos no es la mejor pero...

Fue cuando Izuku desconcectó, saliendo de su estupor, recordando vívidamente cada detalle de la llamada que tuvo con Shoto. Se lleva la mano a la boca con horror y es entonces cuando mira a su alrededor, todo tan desordenado, su yo en el espejo echado a perder, como un despojo.

—¿Me estás escuchando?

—No lo puedo creer... ¿Cómo... Cómo está la situación de todo? —pregunta, realmente sin querer saber.

—... ¿Quieres la verdad solamente o la realidad?

—Realidad.

—Ya se enteró todo japón —Izuku escucha como Katsuki cambia de posición en la cama —Es imposible que salga de casa ahora, hay un mar de gente por fuera de mi puerta siempre, da igual la hora.

—No me digas eso, perdóname enserio —las ganas de llorar vuelven con más fuerza.

—No es tu culpa solo, fue cosa de dos, ¿Vale? —gruñe.

—Ya, es solo... Es solo... —empieza a temblar, apretando el borde de la sábana.

—Hey, tranquilo, escuchame —Katsuki interrumpe los posibles pensamientos malvados que llegaban hacia su mente —Es probable que en estos días vaya a verte.

Katsuki se aclara la garganta e Izuku se derrite de amor en ese momento.

—Se que en nuestra situación no es lo mejor, pero no aguanto más tiempo tan lejos. Claro, si quieres.

—¡Claro que quiero! Ven cuando te apetezca, te recibiré en mi casa cuando quieras tú —sonríe, sin poder aguantar la emoción que lo invade de pies a cabeza —¿Pero será bueno en este momento?

—Tu no te preocupes, déjamelo a mi —puede escuchar casi como sonríe Katsuki como si fuera un depredador, y por alguna razón, no le gustó nada, pero confía en él.

—Está bien, tengo que ordenar un poco, llevo una semana sin levantarme de la cama. ¡Te quiero! Adiós.

Y cuelga.




























Sonríe para mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora