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Izuku abre los ojos antes de volverlos a cerrar quejándose de la luz del sol. Se envuelve en las mantas como una mariposa en su crisálida sintiendo el palpitar intenso de su cabeza. Por eso odia beber. Entrecierra los ojos y cuenta hasta diez antes de destaparse lentamente y agarrar su teléfono de la mesilla de noche: indica las diez y media de la mañana. Suspira volviéndose a enrrollar en las mantas demasiado cómodo y cálido como para pensar en moverse. La resaca lo vuelve perezoso y cariñoso con quien sea. Los recuerdos de la noche están demasiado difuminados como para poder diferenciarlos, el último fue antes de beberse medio litro de vodka, algo en su cuerpo le dice que pasó algo pero enseguida se levanta con arcadas y corre al baño a vomitar, así que simplemente lo trata como malestar estomacal, una vez terminado, cierra las cortinas dejando la habitación en una oscuridad total.

Vuelve a la cama, tan pálido que se camuflaría con las sábanas blancas si no fueses por su cabello. Cuando está listo para dormir unas horas más, su teléfono vibra con una llamada entrante y suspira molesto, deseando poder estar solo, tranquilo, sin que nadie piense en él al menos por un día. Perezosamente saca su brazo y lo coge, entrecerrando los ojos ante la potente luz de la pantalla.

—¿Mamá? —murmura.

—¡Izuku, cielo! No me has contactado estos tres días, estuve esperando pero como nadie me dijo que llamaste, tuve que hacerlo yo —parlotea, Izuku está demasiado cansado como para seguirle la verborrea.

—Mm... Si... Han sido unos días bastantes ocupados —se excusa, incorporándose, mirando hacia la franja de luz que entra por la ventana.

—Ya veo, entonces tendrás algo para contarme, ¿Cierto?

—Uh... Sí, supongo...

Y la próxima hora se ponen al día, Izuku deja el malestar a un lado demasiado emocionado contándole todo sin dejar nada a un lado a su madre, quien le cuenta sus mejoras y nuevos tratamientos.

—¡Oh! ¡Y hay alguien también! —chilla sorprendido, habiéndose dejado ese gran detalle —Su nombre es Katsuki Bakugou, es un poco arisco pero en el fondo es muy lindo, además... Es bastante atractivo...

La última parte la susurra, avergonzado de contarle ese interés amoroso a su madre.

—Ah.

Inko no dice nada más y se sumergen en un silencio incómodo. Izuku espera, pero ella no dice nada más.

—¿Mamá, pasa algo?

—No, claro que no, cielo —contesta al instante, de un momento a otro su voz se vuelve más dulce, tanto que parece fingida —Bueno, ya casi es hora de que llegue la enfermera así que te tengo que dejar, cuídate.

—Uh, si... Tu igual, te quie- —antes de finalizar, Inko ya había colgado.

Parpadea un par de veces mirando la pantalla apagada de su teléfono confundido. Niega con la cabeza y se levanta de la cama yendo al baño para tomarse una ducha, ya es su hora de empezar a ser productivo.



—¡Buenos días, Midoriya-kun! —chilla Tsuyu colgándose de su cuello.

—B-Buenos días, Asui-san...

—Midoriya, hoy vienen Uraraka y Bakugou también —Momo consulta su teléfono para leer de nuevo la lista que organizó cuidadosamente para el día de hoy —Uraraka parecía demasiado emocionada por ver cómo avanza la colocación del estadio para el torneo.

Izuku deja escapar una sonrisa encantada y asiente, deseando cuanto antes que lleguen. Sero y Shoto lo llaman para ayudar y el resto de la mañana pasa de un lado a otro muy ocupado haciendo tareas con la ayuda del personal.

Luego de dejar unas cajas ignorando las quejas de una chica del personal, escucha un carraspeo que lo hace girar al instante.

—¡Katsuki-san! —el nombrado abre la boca para decir algo, pero la cierra de nuevo y desvía la mirada.

—Mm...

Katsuki se muestra evasivo y distante y eso hace que el humor de Izuku se apague un poco. El rubio ceniza parece estar esperando algo, pero no sabe el qué. Ve a Ochako a lo lejos, mirando todo con una expresión de molestia y solo lo hace preocuparse más.

—¿Está todo bien?

—¿Ya no soy Kacchan?

—¿Eh?

—... Dejalo.

Lo ve a punto de irse así que en un impulso le agarra de la muñeca. Frunce el seño, su cuerpo tiembla repentinamente y sus ojos se humedecen.

—No te entiendo, primero me tratas bien y pienso que te gusto, pero luego te vuelves frío y distante y yo solo puedo quedarme ahí sin saber qué hacer contigo porque no sé cómo vas a responder. Estoy harto —Katsuki lo mira un par de segundos, abre la boca para hablar pero Ochako lo llama antes de que pueda hacer algo.

—Hablamos más tarde.

Izuku lo ve irse con incredulidad, sintiendo como si hubiera un cuchillo atravesando su pecho con cada paso en el que se aleja el menor. Solloza secándose el par de lágrimas que consiguieron escapar y luego siente a Sero pasando un brazo sobre sus hombros.

—No te acuerdas, ¿Verdad? —le susurra mirándolo con algo parecido a la lástima —Es normal, estabas demasiado borracho anoche como para eso.

—¿Qué estás diciendo? ¿Qué es lo que se supone que pasa? —se separa dando un par de pasos hacia atrás. Demasiado cansado de tanto misterio.

—Anoche te la pasaste pegado a Bakugou como un chicle y en un punto de la noche los vi bailar demasiado pegados como para ser platónico en la pista de baile, me extrañaría que no se hubiesen besado.

Izuku abre los ojos en estado de shock y balbucea un par de palabras ruborizándose hasta las orejas. Poco a poco empiezan a llegarle imágenes como si de una película se tratase de la noche anterior y ahora se siente peor.

—Oh, no... Tengo que hablar con él.


















Sonríe para mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora