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Katsuki despierta esa mañana cálido y feliz, como si estuviese envuelto en algodón, luego de tener un buen sueño, pero la realidad es aún mejor. Se levanta de un salto de la cama caminando hacia el baño para arreglarse.

El olor del desayuno flota en el aire y lo atrae hambriento hacia la cocina. Ve la figura de su madre moviéndose de un lado al otro concentrada en los fogones, así que no la interrumpe y se sienta en la mesa, apoyando su barbilla en la palma de su mano, sonriente. Pero algo llama su atención: unos papeles fuera de un sobre, junto a un bolígrafo, agarra los papeles confundido. Pero antes de poder leerlo, unas manos se las arrebatan y salta sorprendido en su asiento.

—¿Qué mierda estabas haciendo viendo cosas que no te interesan, mocoso? —Katsuki boquea varias veces como un pez fuera del agua, nunca habiendo visto una faceta así en su madre.

—Solo tenía curiosidad, mujer —la mayor tensa su mandíbula y murmurando maldiciones esconde los papeles en un armario sin importarle arrugarlos.

—La próxima vez, ahórrate tu estúpida curiosidad.

El resto de la mañana se mantiene en un silencio incómodo. Mistsuki apuñala su comida, perdida en sus pensamientos y Katsuki solo puede desear salir de casa lo más rápido posible, antes de sufrir otro arrebato de la mujer.





—¡Buenos días Bakugou! —chilla Sero en su oído, pasando uno de sus brazos por el cuello contrario —Viniste muy temprano, ni Uraraka está aquí todavía...

El azabache le sonríe espeluznantemente, como si supiese algo que él no sabe. Con irritación lo aparta de sí mismo, arreglándose la ropa.

—No te acerques a mí.

—¿Oh? Según recuerdo el primer día temblabas a mi lado, ¡Sero-kun, Sero-kun, te amo, eres mi ídolo Sero-kun! —Katsuki agarra su mandíbula apretándole los cachetes para intentar hacer que se calle mientras el contrario sigue divagando sobre una realidad distorsionada —Ahora al único a quien le lloras es a Midoriya, ¿Qué pasó con los demás?

—¿Yo qué?

Ambos se congelan y giran para ver al inocente y alegre peliverde con las manos entrelazadas en la espalda. El día de hoy se ve tan bonito que Katsuki está intentando por todos los medios no ponerle las manos encima.

—Hanta-san... Deberías estar preparándote para el torneo, ¿O acaso quieres que te de una paliza y te humille en frente de nuestros fans? —el rostro del azabache se sonroja de vergüenza y molestia y se suelta del agarre del rubio ceniza con una nueva determinación en su mirada.

—¡Ni loco te dejaré pasar sobre mí! ¡Te ganaré, ya verás! —se señala a sí mismo, confiado en sus palabras antes de marchar hacia la sala de descanso, seguramente para practicar.

Izuku ríe detrás de su mano, haciendo que sus ojos se transformen en unas lindas medias lunas por el esfuerzo.

—Ahora tú —el peliverde toma la confianza para agarrarle de la mano y tirar de él hacia el pequeño estadio —Me hice el tiempo de elegir tu sitio. Estarás a primera fila en la zona de la izquierda, donde estará mi equipo. Así me animas a ganar.

Izuku le guiña el ojo y Katsuki entra en una crisis existencial de por qué es tan desvergonzado cuando su apariencia grita ingenuidad y timidez por donde quiera que mires. Se sienta en el sitio que le asigna su amigo con derechos a roce, escuchándole hablar emocionado de cómo se iba a desarrollar el evento. Por un momento Katsuki se siente como si estuviera en su cama, con el teléfono o portátil encendido, viendo a Izuku hablar sobre el tema del que vaya el vídeo. El mismo brillo de hacer lo que ama lo puede ver ahora mismo, mientras le explica el tipo de ordenador que va a usar y todo su equipo gamer. No tiene ni puta idea de qué es cada cosa pero no le importa, mientras pueda ver a Izuku así, es suficiente.

Izuku, quién está encima del escenario viéndolo todo, mira muy por encima de la cabeza de Katsuki hacia alguien, su rostro se ilumina y da unos brincos mientras baja hacia Katsuki, el rubio ceniza ama verlo así de feliz.

—¡Ya casi es hora de que abran todo y empiece a llegar la gente, estoy tan emocionado! —Izuku se sienta en la silla al lado de Katsuki y apoya la cabeza en su hombro.

Naturalmente sus cuerpos se enredan juntos, totalmente pegados. Como si llevasen años haciendo eso, que sus cuerpos se busquen como si tuviesen vida propia.

—¿Me darás un beso de la buena suerte? —Katsuki no se espera eso y sus ojos se expanden sorprendido. Al mirar a Izuku ve que es una broma, pero aún así no puede evitar que se le escape.

—Si ganas, lo haré.

—... ¿Eh? —Izuku se separa para verle al rostro y asegurarse de ello, que no es una mala broma.

—L-Lo que oyes, no besaré a un perdedor, así que tienes que patearles el trasero a todos esos estúpidos extras, ¿Entendido? —la sonrisa de Izuku, que cayó antes, volvió pero mucho más hermosa que la anterior.

—¡Sí!

Justo en ese momento, llega el personal dando indicaciones a todos los YouTubers mientras las puertas se abren para la gente de fuera. Izuku se levanta con el pecho cálido y el corazón acelerado para dejarle a Katsuki un suave beso en la mejilla, dejándolo en el mismo o peor estado que él.

—Me aseguraré de ganar, Kacchan.
















Buenas~ aquí les traigo el capítulo de hoy, espero que les haya gustado y lo apoyen, disfruten mucho el fluff porque ahora llega la parte dramática de la historia. Nos vemos en el siguiente capítulo, ¡Besitos!

Sonríe para mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora