CAPITULO 24

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Había pasado un año más desde la petición de Konoha. Naruto se había vuelto madre por cuarta vez, había nacido un pequeño azabache de nombre Minato, era una copia exacta de Sasuke, ya que nisiquiera tenía los bigotes en las mejillas.

Sakura y Hinata por fin habían podido tener un bebé más, un pequeño peimorado de ojos perla y piel blanca llamado Shatosshi, habían decidido que tendrían uno más, pero que esperarían uno o dos años.

Por otro lado estaban Rock Lee y Gaara, ellos dos habían adoptado a un chico que controlaba el hierro así como lo hacía Gaara con la arena. Luego de adoptarlo, Metal y él, se hicieron muy unidos, tanto que Gaara había decidido tener otro bebé, pero para ello necesitaban primero asegurarse que no se vendría otra guerra, pues no quería que su bebé pasará el sufrimiento de una.

Madara por fin había formado un lazo abuelo-nietos con todos los hermanos Uchiha, aún le tenían rencor, pero ya era menos.

-Jiji, estoy cansada, ¿Podemos parar?- Preguntó la azabache menor.

Madara miró al resto, todos tenían cara de sufridos, por lo que solo suspiró y asintió.

-Bien, bajen las mochilas, descansemos.

Y como si les quemaran sus pertenencias, todos lanzaron sus mochilas y carpas al suelo.

-Tengo mucha hambre- murmuró la morena.

-Boruto, Itei, acompañenme al lago por peces, Sarada, ¿Crees poder prender la fogata con una de las bolas de fuego?- Preguntó y la menor asintió- Hima, Shikadai, vayan a buscar leña, y que Chou Chou e Inojin pongan las carpas.

Todos fueron a hacer sus tareas, el día de hoy le harían una pequeña visita a la guarida Anbu de Raíz en Konoha, llevaban caminando al rededor de cinco horas y no habían comido absolutamente nada desde que despertaron.

El estómago de la ojicielo se anunció, llamando la atención del pelipiña que caminaba a su lado.
Ambos se miraron y un enorme sonrojo se hizo presente en el rostro de la Uchiha, haciendo reír a Shikadai.

-Busquemos algo para que comas- dijo y se desviaron del camino- ¿Qué es lo que vamos a buscar a Konoha?.

-Jiji dijo que iríamos por algunos pergaminos del clan Otsutsuki que Danzo oculto en su guarida- dijo y el mayor asintió.

La menor corrió a un árbol y comenzó a examinarlo.

-¡Es un árbol de mango!- exclamó- ... ¿Que hace un árbol de mango aquí?.

-No lo s... ¡Corre Hima! ¡Corre!- exclamó y ambos treparón a un árbol.

Un enorme toro se estampó en el tronco, haciendolo temblar todo.

-¡Ian! ¡Ian!- escucharon la voz de un hombre- ¡Ian!.

El enorme animal giró y caminó hacia un anciano de cabello canoso.

-¿Se encuentran bien?- Preguntó y ambos asintieron- lo lamento mucho, Ian no suele hacer esas cosas.

-No se preocupe- dijo y miró el árbol- ¿Es suyo?.

-Por supuesto, es parte de mi cultivo- dijo y ató al toro en otro árbol- ¿Quieren algunos?.

Los ojos de la Uchiha brillaron en afirmación, realmente le mataba el hambre. El hombre solo rió y les mostró una canasta vacía.

-Tomen los que necesiten, se ven hambrientos- dijo y el pelipiña bajó por la canasta.

-¡Muchas gracias, señor!- exclamó la menor.

El hombre volvió a tomar a su toro y se fue. Himawari y Shikadai, tomaron los mangos y bajaron de aquel árbol.

-Que buen hombre- dijo la azabache- sigamos buscando la leña, Sarada nos espera.

HIJOS DE LO PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora