Capítulo XXXI

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Maratón 3/8

No he podido parar de llorar en ningún momento. Mis manos, mi ropa y cuerpo están cubiertos de la sangre del hombre que me hizo sentir lo que era tener un padre. Luciano interceptó la bala que era para mí. No estoy herida, aun así, duele muchísimo verlo apagarse en mis brazos. Christopher trata de separarme del cuerpo inerte de Luciano. Sé interpuso entre la bala y yo. El coronel sigue disparando y todo queda en segundo plano. Miles de cosas pasan por mi mente, entre ellas los recuerdo que son como dagas filosas atravesándome el pecho.

-Moriría si te hubiera perdido _Asegura y ruedo los ojos. Tengo entendido que los padres harían lo que sea por sus hijos, incluso dar la vida por ellos, sin embargo, jamás senti ese tipo de afecto por parte de mi padre.

-No seas dramático _Agrego, me encojo de hombros para restarle importancia.

-No es dramatismo decirle a mi hija lo mucho que la amo.

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-¿Te irás a Londres? _Pregunta con tristeza

-Sé que es muy pront... _Me interrumpe dándome un abrazo que correspondo dudosa.

-No voy a interferir en tus decisiones. Aunque te siga viendo como esa pequeña que soñaba con ser princesa, debo admitir que ya eres una mujer y debes partir.

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-¡¿Cómo se te ocurrió interponerte entre una bala y Christopher Morgan?!   _Me regaña Jessica, suspiro resiganada al comprender que debo tolerar el regaño de mi supuesta mamá.

-Déjala cariño, me siento orgulloso de ti, sin duda alguna, eres lo que todo padre querría. Una mujer fuerte y valiente que daría la vida por un compañero sin pensarlo.

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-Tengo miedo _Confieso.

-Estoy aquí contigo, y no tengo pensado irme a ninguna parte. ¿Entiendes? _Asiento. Me dolerá mucho perderlo cuando se entere de la verdad.

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-Le conté a Christopher _Comento y sonríe. Coloca su mano sobre mi hombro.

-Excelente, ahora seremos más para cuidarte, princesa _Musita con emoción. Lo abrazo, sus brazos me rodean y es tan reconfortante sentir que le importas a alguien.

-¿Qué pasa?

-Tú eres el mejor hombre y padre que he conocido en mi vida _Comienzo, mis ojos están llenos de lágrimas, carraspeo para recuperar la voz.

-Por eso no puedo seguir engañàndote de esta manera. Sé que me odiarás y posiblemente me envíes a prisión, pero necesito decírtelo _Continuo, su ceño está levemente fruncido.

-Nada cambiará el inmenso amor que siento por ti, pequeña. Desde que te vi en el hospital la vida volvió a tener sentido _Asegura.

-Yo no soy Lucía. _Hago una pausa. ¿Por qué me cuesta tanto decirlo? –Soy Venus Macherano.

-Sé perfectamente quién eres. Lo supe y aun así, te quiero. Perdí a una hija por culpa de la mafia, pero a su vez la vida se encargó de darme otra _Musita y frunzo en ceño. ¿Qué quiere decir con eso?

Entre sus brazos ... [CM#1] ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora