Cap 24. Premiere (parte 1)

10.8K 783 163
                                    

Maurice

Priscila pasó varios días sin poder sentarse correctamente y caminando de una manera graciosa, ni pude evitar esbozar alguna sonrisa cuando la veía quejarse de las molestias en su trasero, era el culpable de su incomodidad, pero también de uno de sus mejores orgasmos, me gusta cuando se corre así de escandalosa, me gusta demostrarle que todas sus creencias son ridículas y anticuadas, que el sexo entre más rudo y sucio más se disfruta, que ella lo disfruta a pesar de negarse a hacerlo y termina cediendo ante el placer que le proporciono.

Estamos en una etapa donde he hecho las paces con ella, desayunamos juntos en la mañana antes de irme al set, por las noches después de cenar, me acompaña mientras trabajo en las canciones del álbum, el demo le encantó a Bernardine y quiere empezar cuánto antes la grabación. A veces Priscila me da su opinión y la tomo en cuenta, ha demostrado el talento natural que tiene para la música, también ha avanzado con sus clases de guitarra, practica mucho y a mi me gusta verla tocar y cantar en voz baja.

El día siempre lo terminamos en su cama, ella abierta de piernas o con el culo muy en alto y yo embistiéndola sin contemplaciones. Sin embargo, a pesar de llevar una relación normal de pareja no dejo que todo eso me afecte, no permito que ella me convenza de ser una esposa ejemplar, se comporta como una, más no lo es, porque no es sincera.

No obstante, disfruto del momento que estamos teniendo, ahora comprendo lo que Nelly me quiso decir con eso de «no desgastar mis energías odiándola» haré lo que mi amiga propuso, usarla un tiempo y luego divorciarme, pero mientras eso sucede, disfrutaré de los beneficios de ser un hombre casado con una perra insaciable que pide a cada segundo ser follada, que me tienta con ese cuerpo suave y joven cada vez que está a mi lado y que me hipnotiza con su voz celestial.

No tiene nada de malo alterar mis planes si el final va a ser el mismo, ella se irá de mi lado humillada y lo mejor, sin recibir un solo centavo de mi parte porque el acuerdo prenupcial mantiene nuestros patrimonios separados.

—Creo que ya me sale bien la canción —dice con entusiasmo. Está sentada en el piso, sus piernas cruzadas y la guitarra en medio de ellas—. ¿Quieres oír y me das tu opinión? —Es evidente lo emocionada que está, ella me ayudó con una canción ayer, por lo que es justo que la escuche yo ahora.

—Adelante. —Dejo mi guitarra en el soporte y fijo mi vista en ella. Respira profundo antes de erguirse y colocar la guitarra en posición, los dedos de su mano izquierda presionan las cuerdas y la derecha inicia un rasgueo suave.

Me viste a mí, cuando nadie me vio
Me amaste a mí, cuando nadie me amó
Me viste a mí, cuando nadie me vio
Me amaste a mí, cuando nadie me amó.

De verdad que no sé que tiene esta canción, o como es que Priscila logra hacer que sienta los latidos de mi corazón en mi garganta, acelerados, retumbando estridentes mientras su vibrato fluye junto con los acordes. De nuevo me descubro en el piso observándola fijamente, aunque ella no se da cuenta, está demasiado concentrada en lo que hacen sus manos, todavía no aprende a tocar sin tener que mirar la guitarra.

Miro atento el movimiento de sus labios, es increíble que esa voz salga de ella, que sea tan armoniosa sin haber recibido educación musical. Me sorprendo al escucharme murmurar la letra en voz baja, acompañándola, la he escuchado practicarla tantas veces que me la he aprendido, tampoco es que la canción sea difícil, repite varias veces lo mismo.

Te amo más que a mí vida...

Esa es la parte que más me gusta escuchar, el sentimiento que ella imprime al interpretar la canción es apabullante, me eriza la piel. Subo un poco el volumen de mi voz y ella levanta la mirada apenas unos segundos para sonreírme y la vuelve a bajar a lo que sus manos hacen.

Boda de OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora