Cap 42. Dos meses

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Maurice.

Traté de dormir lo más que pude, tener su cuerpo cálido a lado de mi y no poder poseerla  fue como una patada en los huevos, pero que al menos no se rehúse a dormir conmigo es un buen indicio. Se levanta como cada mañana antes del viaje a Alemania a preparar el desayuno, está callada y ausente, yo también analizando cómo puedo solucionarlo. 

Me despido de ella con un beso en su frente que la hace apretar los ojos y a mi los labios porque no soporto que ella no quiera que la toque mientras yo muero por tener mis manos sobre su cuerpo y mis labios avasallando su boca.

Salgo del pent-house con dirección a la oficina de Mateo, tengo una semana muy activa y debo atender los asuntos de mi carrera, tanto o más importantes que los problemas de mi matrimonio.

Mateo me recibe con una gran sonrisa, está emocionado por todo lo que se nos viene encima y yo también estaría igual de eufórico si la imbécil de Vanessa no hubiese aparecido en el lanzamiento a arruinar mi vida que estaba siendo perfecta.

Escucho junto con mi representante las canciones que grabé con Priscila y mi papá en Alemania para mostrarlas a la discográfica, con la ayuda de papá yo creo que solo faltan algunos arreglos musicales y la grabación profesional para que estén listas, los ritmos y notas son correctos.

Está complacido con lo que escucha, él sabe que es un excelente material, la voz de Priscila de fondo haciendo coros suena maravillosa, le da el toque romántico y sensual al rock y se acopla a la perfección a mi voz.

—Me gusta, pero no creo que sea buena idea incluirla a ella en la grabación, habrá que sustituirla por coristas —determina Mateo, frunzo el ceño por sus palabras, nunca he escuchado a una corista cantar como mi esposa.

—No encontraremos una corista con una voz como la de Priscila, debe hacerlo ella.

—¿Te estás escuchando pelotudo de mierda? ¿Cómo putas se te ocurre que la catequista va hacer los coros en la grabación del disco? —Mateo se inclina sobre su escritorio, su expresión furiosa no me intimida, yo también estoy furioso por como está hablando de Priscila.

—Porque su voz se fusiona perfectamente con la mía, la realza, la hace sonar mejor, no quiero malditas coristas insulsas que no van a lograr el mismo efecto —expreso, sin darme cuenta me he ido poniendo de pie y estoy inclinado sobre el escritorio, enfrentándome a Mateo.

—La puta se irá a la mierda en unas semanas, no puede participar en la grabación del disco, no seas estúpido.

—¿Qué? —Me enderezo en el acto, mi cerebro ha quedado en blanco por sus palabras.

—Dijiste que dos meses o tres, estás por cumplir dos meses de matrimonio, debemos empezar a ensuciar su imagen que ha mantenido intacta en este tiempo, así en uno o dos meses podremos deshacernos de ella.

No.

Tomo asiento de nuevo procesando todo lo que acaba de salir por su boca, es cierto que yo solo quería estar casado con Priscila máximo tres meses, sin embargo pensar en eso no es un opción para mí, no hay ninguna necesidad de apresurar las cosas.

—Creo que no hay prisa, nuestro matrimonio me ha servido, mi imagen es la mejor en años gracias a ella, ser un esposo enamorado y feliz habla bien de mi, podemos mantener la fachada un tiempo más, no es buena idea separarme ahora.

—Firmados los contratos importa una mierda si sigues felizmente casado o no, da igual dos o seis meses más, tu imagen es la que queríamos y se quedará así después del divorcio, es ella la que será señalada como la puta que es.

—No —gruño—, ella no es una puta. —Es mi perra santurrona, mía solamente. Mateo arquea una ceja por mi reacción inesperada, ni yo mismo creo lo que acabo de decir.

Boda de OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora