Maurice.
La cabeza me duele apenas soy consciente de mi mismo, no abro los ojos porque percibo la claridad y eso produce un pinchazo que atraviesa mis sienes haciendo que lleve mis manos a ellas para presionar. Siento el cuerpo desnudo a mi lado y lo empujo para ponerme de pie, camino aún con los ojos cerrados hacia el baño de la habitación donde inevitablemente debo abrirlos. Miro mi reflejo, luzco terrible y la resaca me está matando.
No sé cuánto alcohol bebimos anoche Vanessa y yo, solo hay pequeñas ráfagas de recuerdos en los que estamos follando en todas las posiciones habidas y por haber. Sus piernas en mis hombros, sus tetas asfixiándome cuando estuvo arriba de mí, ella hincada frente a mi chupando mi verga para hacer que volviera a endurecerse y seguir follando una y otra vez, de pie contra la pared, sobre el tocador, en el piso, en el baño, en todos los malditos rincones de la habitación.
Lavo mi cara para tratar de despejarme, el puñetero dolor arremete cuando me levanto abruptamente separándome del lava manos. No veo mi anillo de matrimonio. Lo busco por el piso pateando todo lo que hay tirado, las botellas de champagne, los condones que usamos, la ropa, e incluso los restos de la cena que pedí a la habitación. El jodido anillo no aparece por ningún lado.
Siento una extraña sensación de no llevarlo en el dedo, creo que me he acostumbrado a su presencia en este mes que me he visto obligado a usarlo, incluso ha dejado una ligera marca que hace más notoria su ausencia. «¿Dónde mierda está?» Reviso otra vez entre el mugrero que hay sin tener éxito en mi búsqueda, me siento en la orilla de la cama estresado y frotando mis sienes para tratar de aliviar el dolor.
—¿Qué hora es mon amour? —El sonido de su vos me fastidia, no quiero oírla. Miro mi reloj de pulsera y me sorprendo de percatarme que pasa de las seis de la tarde. ¿En qué momento transcurrió tanto tiempo? Me desperté a las dos. ¿Tanto llevo buscando el jodido anillo?
—Un cuarto pasadas las seis —respondo de mala manera, mi voz más áspera de lo habitual, tengo mucha sed.
—¿Te despertaste de mal humor? ¿Quieres que te lo quite? —Siento sus manos recorrer mi espalda dirigiéndose a mi pecho, no quiero su cercanía ahora, sólo quiero el maldito anillo para poder largarme a la mierda.
—No quiero nada. —Quizá si quiero agua y mi anillo—. ¿Dónde está mi sortija de matrimonio? —Yo no recuerdo habérmelo quitado, nunca lo hago, por lo tanto ella debió hacerlo.
—Esa porquería no va con tu imagen mon cher, te lo quité mientras dormías. —Que sea tan cínica de reconocerlo me enfurece a la par que me brinda un poco de tranquilidad, no lo perdí.
¿Por qué mierda estoy preocupado por el puto anillo?
—Devuélvemelo —exijo.
—¿Para qué lo quieres Maurice? Tú mismo dijiste que no amas a la mosquita muerta de la pueblerina, su matrimonio es falso, solo por la publicidad de la novela.
—Precisamente por eso, debo mantener una imagen por la novela —rumio—, dámelo ahora. —Ella chasquea la lengua y debo contener las ganas de tomarla del cabello y obligarla a que me de el jodido anillo.
—Te lo daré después de que me folles como debe ser. ¿Qué clase de buenos días son estos?
¿Qué clase de qué...? ¿Qué mierda?
—Son más de las seis de la tarde, debo irme. —Estoy a punto de perder la paciencia y no quiero tenerla en frente cuando eso pase porque soy capaz de...
—Lo estoy diciendo en serio mon amour, no te dejaré ir aún, no he tenido suficiente de ti.
¿Qué carajos?

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Boda de Odio
RomanceBilogía Tentación #1 Bien dicen que del odio al amor solo hay un paso, pero del amor al odio también. Él juró odiarla hasta la muerte, ella prometió que nada los separaría. Un matrimonio obligado en el cual la inocencia y la religión juegan un papel...