Maurice.
Hijo de puta.
Hija de puta mentirosa.
Mis latidos reverberan en todo mi cuerpo, ver a mi esposa en los brazos de otro, besándolo, dejando que las manos de él comiencen a desvestirla es peor que una parada en los huevos, es como un maldito puñal atravesándome una y otra vez. Me muevo por impulso porque mi cerebro no trabaja, su imagen se me ha quedado grabada bloqueando cualquier otro tipo de pensamiento.
La laptop se estrella contra la pared y cae al piso desprendiendo pedazos de plástico que rebotan contra las lozas, ni siquiera sé en qué momento la arrojé contra esta, la rabia me hace ver todo rojo.
—Voy a matarlo —susurro para mí, doy dos pasos hacia la salida de la cocina.
—¡No! —Nelly me retiene, tira de mi brazo obligándome a voltear—. Tú accediste, le diste permiso de follarse a Priscila, todo esto es tu culpa imbécil. —Golpea mi pecho con sus puños, da risa su fuerza porque parece una niña intentando golpear un costal de boxeo.
—Esto es tu culpa —refuto—, tú te me ofreciste y luego no pudiste quedarte callada, a mi ya se me había olvidado que te follé porque fue algo tan insignificante que no vale la pena guardarlo en mis memorias —escupo con ira, los ojos de Nelly se humedecen, furiosos, sé que estoy sacando mi rabia con ella al decirle lo que acabo de decir, pero necesito expulsar esto de alguna manera o terminará sofocándome.
Ella lo aceptó.
Ella dejó que la besara.
Ella le va abrir las piernas a él.
Estrello el puño en la pared a un lado de Nelly, ella respinga por la impresión. Tengo tantas cosas queriendo eclosionar de mi interior, los deseos de matarlos a los dos, a él por maldito vengativo, a ella por ser una jodida perra mentirosa.
Me juró que me amaba, juró que nunca se vengaría de mi de esta manera y lo está haciendo, la muy maldita le está entregando sus besos a otro, sus besos que sólo habían sido míos, su cuerpo que sólo yo he poseído.
Mentirosa. Maldita mentirosa. Maldita seas Priscila. Mis manos tiemblan, incluso creo que mis ojos lo hacen, no logro enfocar correctamente a la mujer que solloza delante de mí.
Necesito un trago.
Quito a Nelly de mi paso con un empujón y voy directo al mini bar en la esquina de la cocina, tomo la botella de whisky y retiro los sellos para empinármela y dar un trago largo. Tengo que dejar de pensar, quiero ahogar todas estas sensaciones desconocidas que me hostigan, quiero olvidar que por un instante deseé conservarla conmigo, que pensé que la necesitaba a mi lado, no necesito una mierda de una puta traidora y mentirosa como ella.
Nelly se para a mi lado, toma otra de las botellas, un que ya está comenzada y también toma directo de ella apretando el rostro cuando el alcohol baja por su garganta.
Sus ojos rojos y llenos de lágrimas hacen que los míos ardan, separo la vista de ella y me dirijo a la terraza. Ni siquiera la visión de la bahía y la brisa marina logran calmar en lo más mínimo el infierno que siento arder en mi interior, quema, me consume y bien podría extenderse y devorar todo a mi alrededor.
Me dejo caer al piso y recargo la espalda contra el balcón de cristal, vuelvo a tomar de la botella, necesito alcohol, mucho alcohol. Nelly me sigue, no la quiero cerca, pero tampoco me preocupa su presencia, simplemente la ignoro mientras vacío el whisky en mi boca.
—¿Te vas a separar de ella? —preguntaba entre sollozos, toma más alcohol y exhala pesadamente apretando los ojos—. Mateo logrará su objetivo.
—Me importa una mierda Mateo y lo que haga —dictamino—, me importan una mierda Priscila, Keno y tú, hagan lo que quieran y desaparezcan de mi jodida vida.

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Boda de Odio
RomanceBilogía Tentación #1 Bien dicen que del odio al amor solo hay un paso, pero del amor al odio también. Él juró odiarla hasta la muerte, ella prometió que nada los separaría. Un matrimonio obligado en el cual la inocencia y la religión juegan un papel...