A pesar del triángulo amoroso en el que se ve sometido, Harry sabe bien qué es lo que su corazón necesita, solo hace falta que ella regrese al lugar en el que siempre fue feliz...pero al correcto.
(Toda palabra en otro idioma está traducida dentro d...
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Pocos días faltaban para la mudanza a París, solo por 3 meses. Me emocionaba el hecho de salir de mi zona de confort, conocer nuevos hospitales y por supuesto una nueva cultura, jamás había salido de Inglaterra y para nada contemplaba quedarme estancado, no estaba en mis planes quedarme en el mismo lugar que me vio crecer. Y que mejor que hacerlo con la mejor compañía, Maxine se había convertido rápidamente en una persona importante para mi, como mejores amigos, por supuesto.
Era domingo, había quedado con Caleb en un pequeño café al centro de la ciudad, el favorito de Maxine. Él ya estaba al tanto de mi mudanza y quisimos aprovechar el tiempo antes de distanciarnos por algunos meses. Me alegraba que mis dos mejores amigos se llevaran tan bien, por lo que Maxine nos alcanzaría más tarde, después de resolver algunos asuntos que tenía que tratar en el hospital, los últimos asuntos antes de marcharnos.
Me sentía inquieto cada vez que me apartaba de ella, era como si las horas pasaran al doble de velocidad. Cada vez que escuchaba sonar la campanilla de la puerta anunciando la llegada de una nueva persona al lugar, volteaba con la esperanza de que fuera ella.
Pero no era ella, al menos hasta ahora.
—¿Ya fijaron su fecha de partida?
Suspiré regresando la mirada hasta mi amigo.
—Justo eso es lo que Maxine está averiguando en este momento, la directora del hospital se está encargando de los traslados temporales —Me encogí ligeramente de hombros—. Probablemente la siguiente semana, quizá en unos días.
—Vaya, hombre. Si que los voy a extrañar, ¿Con quién compartiré mis almuerzos? —Rió, sabía que bromeaba, pero sin duda lo extrañaría también. Justo en el momento en que la campanilla del lugar sonó, volví mi cuerpo ligeramente hacia la puerta de entrada. Una chica con un rubio fresa entró al lugar, compartía quizás el mismo color de cabello que Maxine, pero jamás el mismo porte, frescura y belleza que ella desprendía con solo hacer algo tan simple como caminar, hundí mis hombros regresando la mirada a mi amigo, quien me observaba con una ceja levantada.
—¿Qué? —Pregunté desconcertado ante su mirada cargada de burla.
—¿Qué? —Rió—. Que me parece increíble lo amartelado que Maxine te tiene. ¿Planeas algún día confesarle o al menos aceptar por ti mismo lo enamorado que estás de ella?
—¡Estás loco, hombre! —Exclamé en voz queda—. Somos amigos, mejores amigos, en realidad. No podría ver a Maxie...—Aclaré mi garganta—. a Maxine de otra manera —Negué enérgicamente—. No después de tres años.
—¿Ah si? ¿Estás seguro? Dile eso a tus mejillas sonrosadas —Río—. Vamos, Styles, confiesa. Casi podrías perforar esa puerta con tus ojos, has pasado la última hora mirándola sin parar.
—Solo para asegurarme de ayudarla al llegar, si lo requiere por supuesto.
—Si claro —Se carcajeó—. Que divertido es verte enamorado.
