A pesar del triángulo amoroso en el que se ve sometido, Harry sabe bien qué es lo que su corazón necesita, solo hace falta que ella regrese al lugar en el que siempre fue feliz...pero al correcto.
(Toda palabra en otro idioma está traducida dentro d...
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La semana había transcurrido tranquila, pero estábamos aliviados de que el fin de semana hubiera llegado de nuevo, las cosas entre Maxine y yo habían vuelto a la normalidad, como si aquel beso jamás hubiera ocurrido. Ella había estado ocupada los últimos días, con todos los preparativos para la gala de recaudación de fondos, Valérie y Maxine habían compartido todos los almuerzos de la semana fuera, en el loft o incluso en el departamento de Jason, al cual tuve la desdicha de ir, uno de esos días en los que Maxine se encontraba tan cargada de trabajo que olvidó en casa unos importantes papeles, así que me ofrecí a llevárselos. El departamento del chico era igual de aburrido que él, por supuesto. Mientras yo, había por fin formalizado con Zoé, o algo parecido. Ninguno de los dos mencionó la palabra como tal, no había etiquetas, solo sabíamos que estábamos en una relación.
Esta mañana Zoé llamó, la gala sería en apenas un par de días y al pedirle que fuera mi pareja, estaba tratando de conseguir algún lindo vestido para usar. Me pidió que la acompañara, ya que necesitaba críticas honestas para elegirlo. Accedí al encontrarme tan solo, los últimos días así habían sido, Zoé haciéndome compañía y ambos disfrutando de nuestra reciente relación. Boutique tras boutique y Zoé no lograba encontrar el vestido correcto, aún cuando se había probado por lo menos 3 docenas de ellos y le había dicho con honestidad que lucía preciosa en más de la mitad. Tomamos un descanso para almorzar, y decidí llevarla a Ladurée, aquel lugar que tanto nos fascinaba visitar a Maxine y a mi por sus deliciosos postres.
—¡Oh l'anglais!—Mencionó el amable parisino que atendía la barra. Con Maxine habíamos venido un par de veces y se refería a mi como "el inglés" ya que él siempre mencionaba lo inconfundiblemente británico que me veía, mi nariz puntiaguda, mi acento y mi postura al parecer no lograban engañar a nadie—. Où as-tu laissé ta copine?
Me preguntaba en un tono duro mirando de Zoé a mi con su ceño fruncido. Trataba de darle a entender, o recordarle, que no era el mejor entendiendo su idioma, pero él solo seguía preguntando, Zoé tomó el control intercambiando algunas palabras con él.
—¡Oh! —Rió Zoé—. Non, désolé, tu as tort, ce n'est pas sa petite amie, je le suis.
Seguramente en el centro de mi ceño fruncido en confusión estaba marcado un gran signo de interrogación, no podía entender nada. Después de las palabras que Zoé intercambió con él, el parisino detrás del mostrador de Macarons me miró con un dejo de nostalgia en sus ojos, Zoé terminó de ordenar y salimos juntos de la tienda.
—¿Podrías explicarme qué fue lo que ocurrió ahí dentro? —Pregunté una vez subimos al auto—. No pude comprender nada.
—No fue nada, ese empleado solo estaba confundido, él creía que Maxine y tú eran pareja —Rió—. Dijo que habían venido un par de veces por aquí, juntos. No te preocupes, me encargué de sacarlo de su error, ahora sabe que en realidad tu pareja soy yo.
