𝟑𝟔┃𝘿𝙀𝘾𝙄𝙎𝙄𝙊𝙉

471 87 44
                                    

▞▞▞▞▞▞▞▞▞▞▞▞
capítulo treinta y seis.
🕷▮⤷ᴍɪ ᴘʀᴏᴘɪᴏ ᴄᴀᴍɪɴᴏ
▞▞▞▞▞▞▞▞▞▞▞▞

Pakunoda había muerto, su ausencia pesando como plomo en el corazón de Sheba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





Pakunoda había muerto, su ausencia pesando como plomo en el corazón de Sheba.

Uvogin había muerto, otro golpe devastador, la dejaba desolada.

Dos pilares de su vida, arrebatados cruelmente, dejándola impotente ante el dolor.

Recordaba la última mirada de Pakunoda, un océano de amor en aquellos ojos que ahora se habían cerrado para siempre. Sabía que su mentira había sido descubierta, pero aún así, el perdón silencioso que irradiaba le cortaba el alma.

¿Uvogin la habría visto de la misma manera?

Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas como torrentes en un precipicio, nublando su visión. Solo podía concentrarse en el cuerpo inerte de su hermana. Una vez más, había fracasado en proteger a quienes más amaba.

—Sheba— Una voz llamó su nombre, y una mano cálida descansó en su hombro.

Levantó la mirada y se encontró con los ojos azules de Machi, reflejando tristeza y culpa. En ese instante, Sheba comprendió. Su verdad ya no era un secreto; no había necesidad de más engaños ni ocultamientos.

—Machi...— murmuró, la voz ahogada por el dolor.

La compasión inundó la mirada de su hermana mientras la observaba con pesar. —Mi pequeña Sheba...— susurró con aflicción.

El vacío en los ojos perdidos de Sheba se iluminó con un doloroso brillo. En un gesto de necesidad compartida, ambas hermanas se abrazaron con fuerza, buscando consuelo en medio de la tormenta emocional.

Los demás miembros de la araña optaron por permanecer en silencio. Phinks relató lo que había presenciado a través de los recuerdos de Pakunoda, y la revelación sobre Sheba provocó sorpresa entre ellos. Sin embargo, ningún reproche se alzó. El amor que la araña sentía por aquella niña superaba cualquier atisbo de molestia o decepción.

Horas pasaron mientras la lluvia se intensificaba en esa noche lúgubre. Sheba había dejado de llorar, pero su mano seguía entrelazada con la de Machi, quien le ofrecía un apoyo silencioso con ligeros apretones reconfortantes. En el silencio que los envolvía, Sheba sabía que era hora de romperlo.

—Lo siento tanto— murmuró Sheba con voz apagada, buscando redimirse.

—Detente.— interrumpió Machi con firmeza.

—Yo en verdad..

—Basta, Sheba. 

Sheba se quedó en silencio, y la mirada seria de su hermana la instó a simplemente escuchar.

 𝐒𝐇𝐄𝐁𝐀┃𝗵𝘅𝗵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora