𝟰𝟮┃𝗷𝘂𝗲𝗴𝗮

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CAPITULO CUARENTA Y DOS

El tren comenzó a reducir su velocidad, y con ello, el suave andar que había arrullado a los pasajeros fue perdiendo intensidad

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El tren comenzó a reducir su velocidad, y con ello, el suave andar que había arrullado a los pasajeros fue perdiendo intensidad. Algunos empezaron a desperezarse, estirando los brazos o frotándose los ojos, mientras otros miraban adormilados por las ventanas, observando cómo el paisaje cambiaba lentamente con la proximidad de su destino. En medio de esa atmósfera somnolienta, Killua también fue despertando, sintiendo cómo su cuerpo recobraba la consciencia lentamente

El primer indicio de vida a su lado fue el constante movimiento de Gon, que, en su típica forma inquieta, no podía quedarse quieto ni un segundo. Killua frunció el ceño, notando cómo su amigo se removía con tanta emoción que casi lo sacaba de su propia somnolencia.

—Deja de moverte tanto —se quejó, todavía entre el sueño y la vigilia, mientras abría los ojos con pereza.

—Lo siento, pero es que ya casi llegamos —respondió Gon con el entusiasmo de siempre, aunque Killua dejó de escuchar sus palabras.

De hecho, Killua dejó de funcionar por completo

Su cerebro pareció hacer cortocircuito y el mundo de Killua se paralizó al darse cuenta de que Sheba, su compañera de viaje, estaba dormida plácidamente sobre su hombro. El impacto fue tan grande que su cuerpo se puso rígido. ¿Qué debía hacer? ¿Despertarla? No quería ser grosero, pero ¿desde cuándo se preocupaba por ser considerado? Su cuerpo se tensó tanto que mantenerse quieto se convirtió en una tarea monumental. La calidez de su respiración tranquila sobre su hombro lo hacía sentir extrañamente incómodo, y aun así se obligó a permanecer completamente inmóvil, con la esperanza de no molestarla. Sin embargo, la tensión acumulada pronto llamó la atención de su hiperactivo amigo.

—¿Estas bien? Ah, mira... Sheba se quedó dormida —comentó Gon, con su tono despreocupado y una ligera sonrisa en los labios, como si la situación fuera la cosa más natural del mundo.

Killua, sin embargo, reaccionó como si hubiera sido atrapado en medio de un crimen.

—¡Ahhh! ¡No está dormida sobre mí! —respondió Killua al instante, levantándose de golpe y alzando las manos en señal de inocencia —D-digo, estoy bien...

El abrupto movimiento hizo que la cabeza de Sheba golpeara la ventana con un sonido sordo.

—¡Sheba! ¿Estás bien? —preguntó Gon, visiblemente preocupado, mientras la rubia comenzaba a recuperar la consciencia.

Sheba parpadeó varias veces, desorientada por el golpe y la confusión del despertar repentino. En cuanto procesó lo que había pasado, su expresión cambió drásticamente.

—¡Killua, imbécil! —gritó en reclamo —. ¡Así no se despierta a la gente, maldita sea!

—¡F-fue tu culpa por quedarte dormida sobre mí! —se defendió Killua, sintiéndose injustamente acusado, y Sheba se indignó.

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⏰ Última actualización: Oct 23 ⏰

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