𝐒𝐇𝐄𝐁𝐀┃𝗵𝘅𝗵

𝟰𝟬┃𝗱𝗲𝘀𝗽𝗲𝗱𝗶𝗱𝗮

CAPÍTULO CUARENTA

La terminal bullía de actividad, con pasajeros apresurados arrastrando sus maletas. Sin embargo, cada vez que alguien pasaba cerca de ella, los ojos curiosos se posaban en su dirección. Mientras tanto, la rubia se aferraba al muro frente a ella, ajena al ajetreo del aeropuerto.

—¿No deberías decirles que te vas?— preguntó Leorio —¿Estás seguro?

—Sí. Con el entrenamiento que llevan, cada minuto cuenta— respondió el rubio con una sonrisa —Diles que volveremos a vernos.

—Sí, bueno...— Leorio se interrumpió a sí mismo, señalando detrás de él —No pudiste evitar que una nos siguiera.

Kurapika esbozó una sonrisa y se inclinó para echar un vistazo detrás de Leorio. Allí, a unos cuantos metros de distancia, divisó una de las coletas de Sheba asomándose tímidamente por el costado de una columna.

—Ha estado siguiéndonos desde que salimos... no entiendo por qué no se acerca— comentó Leorio, rascándose la cabeza.

Sheba asomó la cabeza con timidez, con un sonrojo en las mejillas, al encontrarse con las miradas de los tres individuos a los que había estado siguiendo. Al sentirse descubierta, se escondió rápidamente, alertada.

"Tonta, tonta, tonta, tonta, tonta", se reprendió mentalmente, sintiendo el calor de la vergüenza en su rostro. Quería despedirse adecuadamente, no solo de Kurapika, sino también de Melody, quien la había ayudado a sobrellevar sus pensamientos angustiantes cada vez que visitaba al rubio.

Pero en ese momento, la vergüenza la abrumaba. Recordó cómo había hablado seriamente con Kurapika el día anterior, reviviendo la escena completa, y su mente no pudo soportarlo más. Se sentía demasiado avergonzada; ayer había confesado sus sentimientos, y aunque ninguno de los dos le había prestado mucha atención, esa mañana, al despertar, el recuerdo la asaltó, haciéndola presa de la vergüenza.

"Soy una tonta, Kurapika ni siquiera debe recordarlo", pensó, golpeando ligeramente su cabeza contra el pilar frente a ella. "Ni siquiera debe haber entendido que fue una confesión; probablemente pensó que lo dije como amigos".

Una sombra de desánimo la envolvió de repente, sintiéndose agotada. Suspiró decepcionada, pero rápidamente sacudió la cabeza, despejando sus ideas.

"No importa", se golpeó las mejillas decidida. "Kurapika está aquí, a punto de irse, y quién sabe cuándo volveré a verlo. Necesito despedirme adecuadamente".

Con ese pensamiento en mente, salió de su escondite y se dirigió hacia el grupo que había estado siguiendo desde temprano.

—¡K-Kurapik..— Su voz temblorosa apenas logró articular el nombre antes de que el coraje que tanto le había costado reunir se viera abruptamente interrumpido.