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—¿En serio no me odia? ¿Seguro?  —susurró Washio a Bokuto

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—¿En serio no me odia? ¿Seguro? —susurró Washio a Bokuto.

Su antiguo capitán soltó una risotada al aire y Washio deseó jamás haberle contado su situación a Akaashi.

No pensó que sería igual de chismoso que Konoha. Al parecer todo el Fukurodani lo es, que se vayan todos al carajo.

Para colmo no solo chismosos y metiches sino bocazas. Espectacular su equipo de preparatoria sin duda alguna.

—No creo —contestó Bokuto a su pregunta—. Omi Omi siempre mira feo a todos.

—Vaya, pero que alentador mensaje —suelta con sarcasmo.

—¿Acaso quieres que te mienta? Es cierto que no te matará.

—Al menos...

—Pagaría por eso, no lo haría. Ya sabes, él cuida mucho su higiene —comentó Bokuto—. Y dudo que matar a alguien con sus propias manos sea algo limpio.

Muy bien, eso lo asustó y lo perturbó hasta cierto punto. No sabía si era por el hecho de que haya sido Bokuto quien lo dijo con gran inocencia y sin ninguna malicia o por el hecho de que en su voz se notaba sinceridad absoluta.

Y lo peor de todo es que lo comentaba con tal determinación que le da escalofríos.

—¿Y eso me debe tranquilizar de alguna manera?

—No lo sé, tú hiciste la pregunta y yo solo respondo.

Tan simple y certero como siempre Bokuto, ya debía conocerlo.

—Eres increíble.

—Por supuesto que lo soy, todo mi equipo lo es.

—Pero...

—No te va a matar —le volvió a asegurar Bokuto—. Eso sí, no me hago responsable de que si le haces algo a Moya no te crucifique.

Washio guardó silencio durante unos segundos.

—Dime que es una broma, por favor.

Casi se lo suplica, pero debía estar consiente de que las bromas de Bokuto no suelen dar risa o son muy básicas.

—No lo es, pero la verdad es que a ninguno de nosotros nos gusta su relación.

Al escuchar eso Washio frunció todavía más su ceño.

—¿Nosotros? —repitió sin comprender— ¿Dijiste nosotros?

Bokuto asintió repetidamente la cabeza en afirmación.

—Eres mi amigo y él es su primo —contesta como si fuese la cosa más común del mundo.

—¿Y? —indagó Washio sin comprender.

—¡Déjeme terminar! —se quejó Bokuto—. Y sí, no me gusta esto. La verdad es que todos son mis amigos y no quiero que nadie salga herido.

—¿A qué te refieres?

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