Komori Motoya siempre ha sido esa persona que ha visto a los demás enamorarse, en cambio, él nunca ha sentido algo parecido como el amor.
Al menos no en serio.
Siempre ha sido ese amigo que apoya o aconseja e incluso ese con el cual llorar por tu...
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Washio Tatsuki es paciente.
En realidad es una característica que conserva todo el Fukurodani.
Sabe muy bien lo que es el arte de la paciencia, después de todo tuvo al capitán más infantil, chillón y dramático de todos; así que sí, su nivel de paciencia es alto. Verdaderamente alto, casi nada podía perturbarlo o llegar a desesperarlo.
Pero como todo en esta vida... Existe un límite y ya estaba llegando al suyo. Era la bendita cita o no cita de Komori Motoya.
Washio no se considera alguien celoso, en lo absoluto; pero es que ese tema ya lo tienen hablando desde hace dos semanas.
¡Ya es suficiente! Hasta el propio Komori, quien suele gustarle más la paz que la guerra anda irritado.
Y sacar de quicio a Komori Motoya es en realidad bastante difícil, pero todos en esta vida tenemos un límite y el de Komori se había acabado en la primera semana.
En el inicio de la segunda semana le tocabas el tema y ya ponía mala cara.
A cada rato niega cualquier cosa que le pregunten y si hacen alguna pregunta sobre su relación, Komori frunce las cejas y se larga a practicar o a hacer cualquier cosa. Con tal de que no le pregunten sobre su relación con Amanai Kanoka todo bien.
Estaba desde algunas páginas de chismes hasta en la boca de algunas personas que se encargan de publicidad, pero por ambos jugadores se han negado a cualquier insinuación romántica que pudiese existir entre ellos.
Washio no le hubiese prestado tanta atención de no ser por la persona y su actitud.
Sin embargo, ver a alguien amable y relativamente tranquilo volverse un poco fácil de irritar no se ve todos los días.
Komori no suele irritarse tanto, pero ya ese tema era tan constante que lo ponía de malas al instante. Hacía una mueca con su boca y fruncía el ceño hasta más no poder.
Justo como ahora.
—Te saldrán arrugas —señaló Suna.
—Cállate que esto es tu culpa, idiota —respondió Komori estirando su pierna—. Fue tu culpa.
—Yo solo subí una foto de tu cumpleaños y ya —justificó Suna—. Soy inocente de lo que se me acusa.
—"Soy inocente de lo que se me acusa" y yo te creí. Sigue siendo tu culpa.
—Solo tomé la foto, que piensen otra cosa no es mi problema.
