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Cuando Komori se levantó la mañana del domingo se encontró con la sorpresa de que Washio ya se había levantado y hecho el desayuno

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Cuando Komori se levantó la mañana del domingo se encontró con la sorpresa de que Washio ya se había levantado y hecho el desayuno.

—Vaya... ¿Eres madrugador o qué?

Al decir eso soltó un bostezo y apoyó su cabeza en el hombro de su amigo solo para molestarlo, Washio sacudió sus hombros un poco, pero eso no hizo que Komori se le apartara.

Más bien se acercó un poco a él para oler lo que sea que estaba haciendo.

—Tu eres el que duerme como un koala.

—Es domingo y son las nueve —se justificó y luego dijo—. Huele bien.

—Claro, lo hice yo. Y apártate, me voy a quemar.

—Amargado. —gruñó Komori y se fue a sentar.

Pegó su mejilla a la mesa y soltó un suspiro, se quedó observado la espalda de Washio.

El desgraciado tenía razón, él es un poco más ancho de espalda que Komori.

—¿Qué? —cuestiona con brusquedad dejando el desayuno frente a sus ojos.

Solo para fastidiarlo le sonrió con los ojos cerrados.

—Nada.

—Entonces te quedas sin comer.

Tras decir eso Washio tomó su plato.

—¡Oye! —se quejó Komori.

Tuvo que levantarse de su asiento para eso y justo antes de tomar su comida, Washio agarró su rostro y le dio un beso en los labios.

Prácticamente se lo estampó.

Aquello hizo que Komori se sorprendiera y se echara para atrás con sorpresa, provocando que se tropezara con la silla y cayera de trasero.

—¿Estas... Estas bien? —dudó en decir Washio un poco preocupado y levantándose un poco de la suya—¿Quieres que te ayude?

Komori soltó un suspiro y se echó de espaldas al piso.

—De maravilla, déjame aquí cinco minutos para pensar en mi existencia.

—Cuando quieres se te sale la sangre que compartes con Sakusa.

Komori se limitó para verlo de mala gana.

Era demasiado temprano para estar en vergüenza.

—Yo... Solo lo hice porque pensé que estaría bien. Bueno ayer... —Washio trataba de encontrar palabras que decir—. Bueno, ayer hicimos cosas peores. —finalizó mientras comía.

Sí, podía quedar más avergonzado.

—Lo siento. —se disculpó Komori mientras se cubría el rostro con su brazo.

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