44. Acostumbrarse.

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Estoy fuera de la veterinaria observando el camino por el que Yannick se había ido hace unos minutos. Comienzo a correr hacia la brecha que separan los dos pueblos, tan sólo unos pasos más y paso ese puente invisible.

No puedo...

Mi cuerpo se paraliza y solo puedo darme la vuelta y volver hacia la veterinaria para terminar mi trabajo.

Me maldigo a mi misma por no poder volver a ese pueblo. ¿Qué me ata a este pueblo humano? Nada, esa era la respuesta, pero mi lado que quiere hacer las cosas por sí sola me obliga a vivir esta vida que no deseo.

Eran las doce de la noche, estaba en mi cama mirando al techo. Mi mente comenzó a imaginarse a Yannick sobre mi cuerpo, besando cada parte de este.

Mi mirada viajó al ordenador de la mesita. Miré hacia la ventana y negué. Mi mente y cuerpo comenzaban a calentarse de una manera infernal.

Deseo tanto a Yannick...

No sé cuando pero mi mano viajó a mi entrepierna, nada más tocar e imaginarme a Yannick muchas explosiones de sentimientos explotaron dentro de mí. Saqué la mano asustada por todo el placer que comenzó a surgir en esa zona.

Quise parar lo juro pero fue imposible, inconscientemente mi mano volvió a bajar y comencé a susurrar el nombre de Yannick.

Mi teléfono comenzó a vibrar y saque la mano corriendo. Fui al baño rápido para lavarme las manos y volví a mi habitación para coger el teléfono.

Mi luna :)

No había cambiado el nombre de Yannick... No me juzguéis se me hace imposible cambiarlo.

La respiración se me cortó por unos segundos, lo cogí por si era algo importante.

—¿Que hacías? —Su pregunta me tomo desprevenida.

—¿Qué?

—¿Estás con otro hombre?

—¿Qué dices Yannick?

—¿Por qué siento tanto placer? —Abrí los ojos sorprendida.

¿Lo sintió?

—Ya ni privacidad puede tener uno —dije sin pensar.

—¿Te estabas tocando? —Tragué duro y negué aunque sabía que no me iba a ver.

—¿Qué dices por dios? Yo no hago eso.

—No me mientas, ¿lo estabas haciendo?

—¿De verdad me llamas para esto? Tengo cosas que hacer.

—¿Cómo tocarte pensando en mí? Pensé que no eras así de pervertida.

—Que te jodan Yannick.

—Ábreme la puerta —mi ceño se frunció aún más —estoy fuera y hace frío, ábreme.

Colgué la llamada y bajé las escaleras para luego abrir la puerta y encontrarme a Yannick con una sonrisa pervertida en los labios.

—¿Qué se supone que haces?

—Terminar lo que tú empezaste sin mí.

Anclada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora