55. Habilidades.

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-En coche -habló Zigor.

-No, hay un punto en que el ya no podremos seguir con el coche.

-Corriendo -miré a Zenda.

-En forma de lobo.

-Bien, llevaremos ropa, tenemos que hacerlo rápido.

Escuché como Zenda se aclaró la garganta.

-Yo puedo entrar como una desconocida.

Sabía que le había costado soltar eso por la boca. Negué mirándola.

-Si es verdad que tu padre está con ellos te reconocerá.

-No lo hará, descubrí una de las habilidades que tengo -la miré ceñuda.

-¿Habilidades? -Asentí.

-Ser la reina loba también tiene sus ventajas -habló orgullosa -. Puedo hacer que nadie me reconozca.

-¿Cuando irás? -Todos la miramos.

-Hoy, iré ya, cuanto antes se haga mejor -suspiró y asintió -había pensado que mientras yo esté allí dentro, vosotros desde fuera manipuléis las cámaras, dejaré inconsciente a los guardias de fuera para que podáis pasar, cuando ya estéis dentro acabamos con todos, eso sí, a mi padre dejármelo a mi.

Todos asentimos.

-Bien, pues suerte a todos.

-Igualmente reina -dijeron todos a la vez.

El salón se fue despejando dejándonos solos.

-¿Alguna queja? -Reí y negué.

-Lo hiciste genial humana -la agarré de la cintura.

-Me cuesta -bajó la mirada.

-Lo sé, pero no lo hiciste nada mal -le subí el rostro para mirarla a los ojos -ten cuidado allí humana, recuerda que te amo.

-Yo también te amo lobo.

Nos dimos un beso y ella salió de la mansión. Salí detrás de ella en busca de Zigor, estaba besando a Alex apoyado en la fachada de la mansión.

-Zigor -se separaron y él me miró -Reúne a la manada, nos vamos -él asintió.

Fui hacia la mansión para buscar la ropa. Cuando bajé todos estaban convertidos en lobo con la ropa cogida con los dientes. Les dediqué una mirada y me convertí en lobo para luego salir corriendo hacia esas montañas.

El camino era largo y cansado. Nos miramos entre todos viendo a lo lejos como ya se dejaban ver las montañas. Tenían unas pendientes muy grandes, realmente desde aquí abajo daban miedo.

Mirábamos a todo nuestro alrededor por si había alguien o si había trampas, todo estaba seguro dentro de lo que cabe.

Llegamos a las montañas y comenzamos a subir. Cada uno se fue a una parte para vestirse. Los guardias estaban dormidos. Zenda haciendo las cosas sola era una maravilla...

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