35. Otra Realidad.

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¿Tenía una historia amorosa con Zenda? Esta mujer estaba loca.

—Es todo producto de mi imaginación —terminó por decir.

—¿Te golpeaste la cabeza? —ella rió.

—Si, un día estando en el bosque, un lobo me persiguió y caí, yo pensé que no me había hecho nada, pero la realidad es que no. Casi me muero —se encogió de hombros —a la mujer que mataste era mi cuidadora, siempre me sacaba a que me diera el aire. Yo también creía que era mala, pues ese es el recuerdo que tengo —mi boca se abría cada vez más.

—¿Y por qué me imaginaste a mí? —Ella negó.

—No lo sé, el lobo que persiguió por el bosque eras tu, y luego conocí a Zigor, a Samay, a Eros, Mursef —¿conocía a toda la manada?

Mi cabeza estaba explotando.

—Esto es muy confuso —dije y ella asintió.

—Lo es, y no sé cómo seguir con mi vida —ella rió.

—Encontrarás una solución.


Zenda.

Sabía que no me conocía, que no me tendría que sentir mal al escucharle decir: «encontrarás». Me gustaría tenerlo a mi lado. Pues los sentimientos que tenía por él eran reales, seguían estando ahí, aunque él no los sintiera yo lo amaba con una fuerza muy grande.

Saber que él no se acordaba de mí, que todo lo que pensé y sentí que había vivido con él era mentira me estaba destrozando por dentro.

¿Como sobrellevaría todo esto? Era tan confuso, mirarlo a la cara y saber que él no te conoce, que no siente nada por ti, que estás solas... Cuando creí que él sería la única persona que estaría conmigo en cualquier momento pasa esto... Lo que nunca imaginé.

—Debo irme, mi novia me espera.

Asentí.

Espera...

¿A dicho novia? ¿Tiene novia?

Lo miré irse, cuanto más se alejaba mi corazón más se partía. Mis ojos se llenaron de lágrimas, mis dientes se aferraron a mi labio para ahogar un grito de dolor.

Sabía... Sabía que ya no me quería, que todo había sido una gran mentira y que ahora todo se estaba convirtiendo en una horrible pesadilla.

Otra vez ese vacío en el pecho, como cuando perdí a Alex o a Zigor... Ahora ninguno estaba.

¿Alex? ¿Alex no murió? Fui hacia donde había dejado al comisario pero ya no estaba. Lo busqué por todas parte pero no lo encontré.

—Señor Frir —llamé a la mano derecha del comisario.

Este se giró para mirarme con una sonrisa.

—¿Qué pasó?

—¿Has visto al comisario?

—¿No salió contigo? —Preguntó confuso.

—Si, pero ya no está, vi a alguien conocido y cuando volví al establecimiento donde estábamos ya no se encontraba —frunció el ceño.

Anclada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora