53. La Maldición.

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Zenda y Nela se miraban con cara de pocos amigos.

-¿Y ella quien es?-Preguntó Nela con las cejas algo arrugadas.

-¿Puedes volver en otro momento? Estábamos hablando de algo importante -habló Zenda y Nela sonrió.

-Si, solo venía a preguntarle a Yannick que si quería repetir lo del otro día -miré a Nela con las cejas elevadas.

-Os dejo solos -suspiró Zenda.

La cogí del brazo antes de que saliera de la habitación.

-Se va ella -miré a Nela y ella rió.

-¿Ya cambiaste a tu luna? -Rió mirándome con rabia -Te llenas la boca soltando cosas bonitas sobre tu luna pero ahora la cambias -volvió a reír.

-Soy Zenda encantada -se acercó a ella. Nela dejó de reír quedando pálida -la luna de Yannick.

-Reina -hizo una reverencia.

-Sal de la habitación, y cierra cuando salgas -determinó.

Nela salió sin rechistar.

-¿Recuerdas aquel día que me dijiste que yo usaba mi poder sobre todos? -Ella asintió -ahora eres tú quien lo hace -ella rió.

Nos miramos a los ojos acaricié su cara y suspiré. Había extrañado muchísimo el ruido de su risa, sus ojos y ese brillo que tienen cada vez que me mira.

-Lo siento mucho, lobo -murmuró.

-¿Por qué?

-Por hacerte sufrir, no lo mereces.

-Ambos sufrimos Zenda.

-Lo sé, y eso me duele.

-A mi también me duele -ambos miramos al suelo.

-Ojalá fuera fácil el poder estar juntos -sonreí con pena.

-Ojalá, si -susurré.

-Podemos ser felices -acarició mi cara.

-¿Separados? -Dejó de acariciarme.

-Yannick, he venido a ayudar con los cazadores y me volveré a ir.

Puedo jurar que en ese momento mi corazón se rompió aún más. Solo faltó el sonidito de cuando se rompe. Las ganas de llorar se hicieron presentes, ambos corazones estaban acelerados.

-No, no puedes dejarme, otra vez no Zenda -la cogí de la cintura.

-¿Recuerdas la primera vez que te vi en tu forma humana? -Cambió de tema.

Asentí con una sonrisa.

-Nunca se me olvidará tu cara de asustada y sorprendida -ambos reímos.

-¿Me vas a dar de comer muslos de pollo otra vez? -Volvimos a reír.

-¿No me vais a ladrar? -En ese momento ambos estábamos soltando lágrimas.

Nos abrazamos fuerte, lloramos en mitad del abrazo. Negué separandome de ella para cogerle de la cara.

-También recuerdo, la primera vez que te dije te amo -la miré a los ojos.

-Y yo me acuerdo cuando me trajiste al pueblo a base de mentiras -reímos.

-Gracias a eso fuimos felices durante un largo tiempo ¿no? -besó mis labios.

-Siempre seré feliz, te he conocido, he vivido contigo durante muchísimo tiempo y eso nunca se me olvidará -besó mi mejilla-. Yannick -susurró -juro que encontraré la manera de librarme de esta maldición que me tiene alejada de ti. Lo prometo lobo.

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