23. Dos Problemas.

111 15 0
                                    

-¡Yannick hazlo rápido! -Intenté deshacerme de los bichos, pero salían más y más.

La manada entera luchaba contra ellos, pero parecía que contra más mataba más se regeneraban.
Si cerrábamos el portal todo acabaría, y Yannick debía hacerlo rápido.

-¡Humana ya está!

¿Por qué no dejaban salir? Seguían habitando Anisks y cada vez salían más.

-¡Mierda! ¿¡Por qué no paran de salir!? -El grito de Eros resonó por toda la zona.

Seguíamos disparando.
Los Anisks caían como moscas y hubo un momento donde dejaron de salir, todo había quedado tranquilo.

-¿Deberíamos entrar? -La pregunta de Eros me hizo suspirar.

-Quién sabe lo que uno se puede encontrar ahí -nos quedamos mirando la fuente.

-¿No se supone que se debería haber cerrado? -Pregunté ceñuda.

-Se supone, tu lo has dicho -susurró Yannick.

Nos quedamos unos segundos mirando hacia la fuente. Las luciérnagas comenzaron a volar hasta nosotros, dimos pasos hacia atrás.

Miraba las luciérnagas fijamente y vi que cayeron poco a poco muertas.

-¿Por qué acaba de pasar eso?

-Lo que les daba vida en a la fuente, ahora que la hemos abierto del todo la fuente no tiene la misma energía. Esas luciérnagas no son normales -todos me miraron ceñudos.

-¿Cómo que no son normales?

-Vienen de unos seres sobrenaturales: los Yakins. Es el ser que vio Zigor el día que me salvaste de la brecha -lo miré.

-¿Y como se matan?

-Matando a todas las luciérnagas de la bahía.

-¿De la bahía? ¿Qué bahía? -Esta vez la pregunta la hizo Samay.

-Cuando tuvimos que ir a por la planta para matar a los Anisks pasamos por una bahía. Al arrancar Zigor -al pronunciar su nombre mi voz se rompía. Tuve que tragar saliva para seguir hablando -la planta dejó que las luciérnagas salieran de dentro de la iglesia bajo el agua -los miré.

-¿Tenemos que volver? -Asentí.

-Pero ahora mismo no sé cómo matar las luciérnagas -Volví mi vista a la fuente.

-¿Con fuego?

Miré a Eros y negué.

-Si las luciérnagas estas vivían de la fuente, en la bahía tiene que haber algo que les de energía. Algo con tanta energía como para dar vida a cientos de estos seres.

-¿Cientos?

-Y miles. Pero muchos de ellos ya han sido eliminados.

-¿Por quién? -Preguntó Yannick algo sorprendido -. Es la primera vez que veo esto.

-Puede que estén vivos desde hace siglos -me encogí de hombros.

-Tengo tres siglos de vida, humana.

Me atraganté con mi propia saliva y lo miré.

¿Siglos de vida? Me había dejado muy sorprendida su confesión. A mí me había dicho que tenía 23 años.

Mi mirada viajó por toda la manada dejando mi vista en Yannick.

-¿No tenías 23?

-En esa edad me quedé -sonrió.

Anclada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora