6. A Mi Manera.

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-Que eres imbécil -sonrió y chistó con la lengua.

-Te has equivocado. Cuando yo me equivocaba me daban un castigo ¿quieres que te lo dé yo a ti? -Mi mirada estaba conectada con la suya.
Nada en mi respondía al estar mirándole a los ojos. Tenía unos ojos extraños, ese gris con la pupila tan dilatada, parecía como si yo estuviera hipnotizada. Mi cabeza se movió sola de arriba hacia abajo.

-¿Qué castigo? -Mi voz salió en un total susurro.
-Igual te encadeno en una habitación, mientras te admiro y te hago mía -sonreí.

-Soñar es gratis -su aliento rozó mis labios.

-Si supieras cuanto tiempo llevo soñando contigo te sorprenderías -elevé una ceja.

-Unas semanas que es lo que nos llevamos conociendo -el rió.

-Si te sientes mejor pensando eso, piénsalo -mi ceño se frunció levemente.

-¿No es así? -El asintió. No quedé convencida ¿me conocía de antes?

Yo no lo conocía, si lo hiciera me acordaría, esos ojos no se olvidarían nunca.

-Más tarde iremos a por tus cosas, te quedarás aquí -bufé separándome de él.

-Yo no estoy acostumbrada a estar quita, necesito hacer cosas. Y mañana tengo clase -Yannick se encogió de hombros.

-Tus clases me dan igual. La manada te necesita.

-Es muy egoísta e insensible por tu parte -me crucé de brazos.

-¿No te sientes bien ayudando a las personas? -Ahí le tenía que dar la razón. Me sentía bien ayudando.

-Si, si yo quiero ayudaros, pero lo que no quiero es dejar mi propia vida por la manada.

-Ahora la que suena egoísta eres tú -me señaló con el dedo índice -. Eres egoísta y falsa ¿que más eres humana? ¿Que más escondes? -Le saqué el dedo del medio y me senté en el sofá.

-Que sepas que tú educación tienes poca. No puedes llegar a mi vida y desordenarla porque te salga de la cola -Yannick rió por mi última palabra -. No te rías es cierto.

-Humana no puedo dejar que te vayas a tu casa porque nosotros estamos en constante peligro y te necesitamos -me levanté de golpe cansada de él y de la conversación.

-Pues deberías pensar un poquito más que no cuesta. Si, vosotros estáis en peligro pero también os curais rápido, no me puedes venir a decir esto porque soy humana, tu mismo me lo llamas, a mi me disparan y quedé tiesa en el suelo -Yannick me miraba con una sonrisa divertida -odio tus sonrisas -lo miré mal.
-Y yo odio que te compartes así, pareces una niña de cinco años a la que le han quitado un juguete -me acerqué a él.

-En este caso a la niña de cinco años un imbécil le ha quitado su vida -salí de la mansión.

Respiré profundo mirando hacia el cielo.

-No vas a hacerle entrar en razón -Zigor apareció con una sonrisa apenada -. Te terminarás acostumbrado a esta vida.

-Es que no quiero acostumbrarme a esta vida. Quiero volver a la mía -Zigor se puso frente a mi con una sonrisa. Cogió un mechón de mi pelo negro y lo dejó detrás de mi oreja.

-A veces es mejor salir del lugar de confort, se que es difícil de asimilar todo esto y que suena muy egoísta por nuestra parte. Pero debes entender que eres nuestra única salvación, si no hubiera sido por ti esos dos bebés hubieran muerto y si no estás aquí muchos de nosotros podríamos morir.

-¿Te estás escuchando? Eso es chantaje emocional -Zigor asintió.

-Lo siento, pero es así carbón -reí negando.

-¿Carbón?

-Tienes el pelo muy negro -se encogió de hombros a lo que yo reí.

******

Ya nada era normal en mi vida. Perdí los estudios, mi vida, mis amigos, lo perdí todo por ayudar a una manada de hombres lobo.
A veces me arrepiento y otras no tanto. Zigor dice que desde que llegué aquí todos están más tranquilos. Toda la manada sabía que yo era veterinaria y que si necesitaban mi ayuda yo se la iba a brindar.

Yannick sigue siendo el mismo imbécil de hacía un mes, no había cambiado para nada. Zigor y yo nos llevábamos muy bien, siempre hablábamos y salíamos a caminar por el pueblo. Samay también era muy amiga mía junto a otro chico que es su mejor amigo, se llama Eros.

Samay era una chica casi igual a su hermano, lo único que les diferenciaba era el color de pelo y ojos. Samay los tenía de color café y el cabello castaño. Era una chica delgada y un poco bajita.

Eros por su lado era un chico de cabello naranja y ojos del mismo color. Era raro. Solo Zigor y Eros tenían esos colores tan llamativos. Bueno... Y el gris tan intenso de Yannick.

-Hoy podríamos salir -habló Eros mirándonos.

-Mi hermano no me deja salir -bebí del vaso de agua.
-Podemos escaparnos -comenté haciendo que ellos dos me miraran.

-¿Escaparnos? -Asentí.
-Es difícil escapar de mi hermano, me tiene vigilada -sonreí de lado.

-Yo puedo distraerlo mientras vosotros salís -ellos dos sonrieron mirándome.

Eramos los tres de la misma edad 18 años, aunque a veces sí parecíamos niños de 5 años.

Pero daba igual, hoy íbamos a salir. Samay llevaba sin salir el mes entero que llevaba aquí, Yannick era... Muy estricto con ella. Samay me contó que perdieron a su padre en una batalla contra los cazadores y desde ese día a sido así con ella.
Solo la quiere cuidar.

-Yannick -hice que me mirara el de pelo gris.
-Que raro llamándome por mi nombre -sonreí.

-Estoy de buen humor -me encogí de hombros.

-¿Necesitabas algo? -Asentí.

-Tengo que ir a mi casa por unas cosas.

-Pensé que las habías cogido todas -me miró cruzado de brazos.

-Eso pensé, pero no -el asintió.

-¿Y que quieres? -Bufé.
-Que si me vas a llevar o tengo que saltar esa mierda yo sola.

-¿Saltar esa mierda? -Frunció el ceño.

-¿Por qué hay que explicarte todo?

-Si te explicaras bien a la primera -se encogió de hombros.

-La brecha Yannick, la brecha, que yo sola no la puedo saltar -rió y asintió.
-Mañana, hoy no puedo.

-Pues le digo a Zigor que me lleve -me miró y negó.

-¿Qué tenéis? Últimamente os veo muy juntos -miré a mi derecha buscando una buena respuesta.

-Somos amigos, nos llevamos muy bien. Me cae mejor que tu -comenzó a acercarse a mi.

Di pasos hacia atrás hasta que choqué con la mesa. Yannick me agarró de la cintura, otra vez sus ojos haciendo sentir tan extraña.
Era como si mi cuerpo dejara de funcionar cuando sus ojos se conectaban con los míos.
Se sentía bien pero a la misma vez hacia que mi cabeza diera vueltas dejándome la mente en blanco. Solo existiendo él y yo.

-Me parece de muy mala educación que no te caiga bien el alfa -sonreí aún sin apartar mis ojos de los suyos.

-A veces eres insoportable.

-¿A veces?

-Si, como ahora, sabes que no me gusta tener a la gente tan cerca y tu lo haces.

-Ya te dije que eso iba a cambiar conmigo -me crucé brazos.

-¿Y cómo lo vas a hacer?

-A mi manera -se acercó más a mí.

Anclada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora