8. Las Balas Y El Líquido.

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Samay iba de un lado para otro, no sabíamos nada de Yannick. Las posibilidades de que saliera con vida eran muy pocas, las balas de plata acababan con los hombres lobo y la cura al veneno de esa bala era difícil encontrarlo.

Tenía que ser una de las balas de plata junto a un líquido.

Zigor salió y me miró.

—Necesito que me acompañes —asentí y salimos de la mansión.

—¿Como fue que le dieron el tiro? —Se cruzó de brazos mirándome.

—Estábamos hablando, él estaba de espaldas al bosque y luego vi que sangre salía de su boca —el nudo en mi garganta casi no me dejaba hablar.

—Necesitamos encontrar al que le disparó, con las balas y un líquido podemos hacer la cura. Hay que hacerlo rápido, puede morir en cualquier momento —asentí rápidamente.

Salimos de la mansión y fuimos hacia el bosque.
Estuvimos buscando por todos los lados a ese cazador, Zigor miraba por un lado del bosque y yo por otro, me costó convencerlo para que me dejara.

Escuché un disparo y me acojoné. Miré por todos los lados y vi al cazador a unos cuantos metros de mí, me estaba intentando asustar, pero solo consiguió que me acercara más a él.

Le metí la primera patada haciéndolo retroceder, le di un puñetazo en el pómulo y otra patada.
Las clases de defensa personal en ese momento me servían de mucho, nunca pensé que me iban a servir de algo (casi nunca salía de casa).

—¡Carbón!

—¡Estoy aquí! —Zigor corrió hacia mí.

Cogimos las balas, Zigor desmayó al hombre, y lo subió a su hombro.

—¿Desde cuando te sabes defender? —Giró la cabeza para mirarme.

—Desde los 14 años, fui a clases de defensa personal —Zigor sonrió —¿Tenéis el líquido para hacer la cura? —El asintió —. Zigor yo...

—No, ya se por donde vas y no —suspiré.

—Fue por mi culpa, si no le hubiese dicho que fuéramos ahora estaría bien. No estuvo atento, se que puede escuchar cuando alguien se acerca y por estar hablando conmigo mira que le pasó —el de pelo amarillo negó.

—No Zenda, Yannick está mejor si tu estás a su lado —reí sin ganas.

—No lo creo.

****

Zigor le había hecho la cura a Yannick. Había entrado para inyectársela. Samay se acercó a mi y me sonrió, le devolví la sonrisa.

—Zenda, pasa —Zigor salió y yo entré.

Vi a Yannick acostado en la cama, tenía toda la parte del disparo lleno de venas negras y muy colorado, estaba pálido y parecía que no respiraba.

—Humana —Dijo muy débil.

—No-no hables, recupérate —me acerqué a él sentándome en una silla a su lado, lo cogí de la mano.

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